La Compañía de la Inmaculada
Era muy fiel a su programa, sostenido por una intensa participación en la vida sacramental, por una devoción filial a María: gozoso en el sacrificio, fue colmado por Dios con dones y carismas.
El 8 de diciembre de 1854, cuando Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción, Domingo se consagró a María y empezó a avanzar rápidamente en la santidad. En 1856, fundó con algunos amigos del Oratorio, la “Compañía de la Inmaculada” para una acción apostólica de grupo.