Mont Saint Michel
Es uno de los sueños de cualquier viajero, y desde luego no es para menos. Cuando lo vi desde el coche a lo lejos, mis ojos no podían dejar de buscarlo…es un lugar mágico y muy especial. Aprovechamos la tarde y noche para visitar la Abadía y pasear por sus calles…¡era como estar dentro de un cuento! Dormimos dentro, así que tuvimos la suerte de vivirlo y disfrutarlo a tope ¡y sin masificaciones! Al día siguiente aprovechamos para andar y jugar en la arena de la Bahía, rodeando al monte. ¡Fue un día precioso! Los niños además disfrutan muchísimo, ya que la arena es diferente y hay algunos tramos donde se te hunden los pies, y además hay un montón de conchas y caracolillos.
¡¡¡Nuestra peque se lo pasó en grande cogiéndolos!!!