En la Roma republicana la dictadura era una institución extraordinaria y de duración temporal limitada, a la que se recurría en situaciones de emergencia siguiendo unos procedimientos y dentro de unos límites definidos constitucionalmente, de esta manera se daba la orden de designar por los cónsules a un dictador a tomar el poder hasta que la situación volviera a la normalidad. Este título originalmente comprendía un periodo no superior a 6 meses que, posteriormente, sería prolongado a 12 meses.
Los poderes otorgados al dictador fueron totales, pero el dictador también era legítimo responsable de sus actos ante la ley, que les exige justificaciones después de la expiración del período de las dictaduras.
La dictadura nació, al parecer a propuesta de Tito Larcio, quien fue además el primero en ejercer el cargo.
El dictador era nombrado para un cometido preciso y sus poderes eran muy amplios, pero no ilimitados. Con Sila y César (siglo I a.c.) la dictadura, en decadencia desde hacía tiempo, cambió de naturaleza, al ser ampliadas su duración y atribuciones y usada para fines personales. Esa connotación cesarista, que se aproxima más a un modelo tiránico (tirano) que a la dictadura romana republicana, tuvieron las figuras dictatoriales de la Edad Media y de La Moderna, asociadas a formas de gobierno republicanas.