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En 1957 las circunstancias cambian, se promulga una nueva Constitución y François Duvalier, apoyado por sectores del mundo castrense, triunfa en las elecciones, convirtiéndose en Presidente de Haití para un período de 6 años. Llevó a cabo una campaña electoral de tipo populista, preconizando una estrategia de afirmación de la negritud, en la que apelaba a la mayoría afrohaitiana y que se oponía a la élite mulata que estaba en el poder. Duvalier renovó la tradición del vudú y posteriormente lo usó para consolidar su poder, afirmando que él mismo era un hougan (es decir, un sacerdote vudú). Duvalier imitó de modo deliberado la imagen del Barón Samedi (deidad de la muerte y los cementerios en el panteón vudú) en un intento de resultar aún más convincente. Usaba frecuentemente gafas de sol y hablaba con un fuerte tono nasal.

El 19 de abril de 1963 se descubre en Haití una conjura militar contra François Duvalier, encabezada por el teniente François Benoit. En el acto fallido fue asesinado el sargento Paulin Montrouis, chófer de los hijos de Duvalier, el cabo Morille Mirville, el sargento Luc Azor, y un miembro del Voluntariado de la Seguridad Nacional (los Tontons-Macoutes), Richemond Poteau. Sus hijos resultaron ilesos, pero Duvalier reaccionó violentamente. La Policía haitiana fue en busca de Francois Benoit, principal sospechoso del atentado. Los Tontons-Macoutes entraron a su residencia y al no encontrar a Benoit, asesinaron a su padre, Joseph Benoit, un anciano juez, a su madre, a un visitante y a las tres empleadas domésticas.

Al sospechar los Tontons-Macoutes que Benoit estaba escondido en la embajada dominicana, penetran en la instalación diplomática rodeando la casa del embajador y exigiendo la entrega del militar. El suceso terminó cuando el entonces presidente dominicano Juan Bosch amenazó con emprender acciones militares contra Haití.