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Los recuerdos
de Víctor Puelles
están en Laguardia
El mes pasado cumplió cien años
Juantxu Martínez
Víctor Puelles López de la Calle cum-
plió cien años este pasado mes de
noviembre, los cumplió en su casa de
Vitoria, sin embargo, sus recuerdos
están en su pueblo, en Laguardia. Me
acerqué hasta el domicilio de Víctor
Puelles y de María Oribe, de 96 años.
La charla con él ya no es posible, me
decían los hijos que hasta no hace
mucho tiempo hubiera sido fructífera.
Con ella, con la madre, la conversa-
ción va y viene, pero siempre con una
sonrisa y dulce mirada. Las dos hijas
y el hijo me sirvieron, dicho con todo
cariño, de “intérpretes”.
Como le ocurrió a mucha gente
de su edad Víctor y María no tuvie-
ron una juventud fácil, aunque los
comentarios de María van siem-
pre en la línea de gratos recuerdos.
Al padre de Víctor, Luis Puelles, lo
hicieron desaparecer en aquellos
negros años de la Guerra. Digo lo
hicieron desaparecer porque fue
víctima de una “saca” y nunca se
ha sabido que hicieron con él. Según
lo nietos, Luis Puelles “había sido
alguacil y alguien se la tenía guar-
dada. Él en ningún momento pensó
que iban a ir a buscarlo”. A veces la
vida te aguarda agazapada para dar-
te otro sopapo. Algo así debió pen-
sar Víctor cuando lo movilizaron de
PE RTS O NA LA
En Laguardia
Víctor trabajó
en el campo,
en la Trilladora
y en una
Alcoholera, este
último trabajo
aparece en sus
comentarios
sueltos. Desde
hace 50 años
viven en Vitoria.
En la capital
alavesa Víctor
sólo tuvo un
trabajo, “llegó,
se puso a
trabajar en La
Casera y hasta
su jubilación”.
forma forzosa desde el bando que le
había dejado sin padre. Vivió varias
batallas, como la del Ebro y la toma
de Barcelona. Los hijos de Víctor me
señalan que apenas les hablaba de
cosas relacionadas con la Guerra,
aunque una frase si repetía, “que no
la paséis”.
María nos trae recuerdos del no-
viazgo, “nos hicimos novios porque
nos gustaba bailar”, resumía. Víctor
pensó en marchar a trabajar a Bar-
celona, donde un amigo le buscaba
trabajo. Se despidió de María, pero
al día siguiente apareció, “me contó
que se habia vuelto desde Lapue-
bla de Labarca cuando iba andando
a coger el tren en Fuenmayor. Esto
ocurrió en fiestas de San Juan De-
gollao”. Parece que María le intere-
saba más que el trabajo en la ciudad
catalana. Como María vivía en ese
momento en Labastida, donde la
Electra había destinado a su padre,
a Víctor le tocaba hacer pierna en
bicicleta, “hemos sido muy felices”,
comenta María.
En Laguardia Víctor trabajó en
el campo, en la Trilladora y en una
Alcoholera, este último trabajo apa-
rece en sus comentarios sueltos.
Desde hace 50 años viven en Vitoria.
En la capital alavesa Víctor sólo tuvo
un trabajo, “llegó, se puso a trabajar
en La Casera y hasta su jubilación”.
Desde hace unos meses Víctor
vive en una existencia paralela, pero
siempre en Laguardia. A pesar de
llevar 50 años en Vitoria él habla del
“Portal de Páganos”, de la huerta, de
la casa de su madre, de su hermano
José Luis, de su casa en la calle Pága-
nos...su cuerpo está en Vitoria, pero
él ha vuelto a Laguardia.