Despertar de la Montaña Edición 325 | Page 2

2 DESPERTAR DE LA MONTAÑA, La Realidad de nuestro tiempo Rifa del avión; distractor de los grandes problemas nacionales Cuando Andrés Manuel López Obrador arribó a la Presidencia de la República, se encontró con un avión Boeing 787-8 para uso exclusivo del Presidente de la República. El precio original de tan sofisticada y ostentosa nave era de 218 millones de dólares, algo así como 2 mil 960 millones de pesos al tipo de cambio del año 2012. Hoy, según la organización de las Naciones Unidas, ese avión presidencial cuesta 150 millones de dólares, o sea, 2 mil 800 millones de pesos, según el precio del dólar en el año 2020. Ello quiere decir que aun cuando los pesos se mantienen casi constantes, en términos de dólares, el avión "presidencial" ha tenido una depreciación cercana al 40 por ciento. Pero todavía más. El avión presidencial es un avión personalizado, destinado y arreglado exclusivamente para el uso del jefe del Estado mexicano, con espacios ad hoc para sus funciones. Ello es un obstáculo para que una aerolínea comercial esté interesada en la adquisición de un avión con esas características. Tendría que gastar alrededor de 20 millones de dólares para adecuarla al uso cotidiano de transporte de pasajeros. Ese gasto, más la depreciación durante casi 10 años, haría irrecuperable la inversión. En un desplante de histeria demagógica, López Obrador puso en venta la aeronave desde que era candidato y Presidente electo de México. Según su versión, era un exceso utilizar un aparato de esa naturaleza ante tanta pobreza de los mexicanos. Y puso como ejemplo a José María Morelos (nombre del avión) apóstol de la igualdad quien pregonaba terminar con la indigencia y moderar la opulencia. Nada que ver Morelos con la seguridad presidencial. De lo segundo tiene razón. De lo primero es un desacierto porque antes de pensar en impresionar a los mexicanos con escaso nivel educativo y cultural, de que yo, López Obrador, no viajo en aparatos ostentosos, debería reflexionar que quien viaja es el Presidente de la República antes que el individuo llamado Andrés Manuel López Obrador. Más allá de un simple lujo, el avión presidencial es un asunto de seguridad nacional. El viajar en vuelos comerciales propicia retrasos de más de tres horas y pone en riesgo al resto de los pasajeros cada vez que viaja el Presi-dente de México, si a alguien se le ocurriera un atentado. Sobre todo, que hoy en el país se ha asentado un poderoso narco Estado, a menos que López Obrador haya pactado su seguridad con la delincuencia organizada. Un avión presidencial es obligatorio y aun en contra de la voluntad del Presidente. Tiene sofisticados equipos de alerta y de aeronavegación para la seguridad personal y el equipo de trabajo del Presidente de la República. Un atentado y la pérdida del Presidente sería una tragedia para la República independientemente de quien lo sea. Aun cuando la Constitución establece mecanismos de sustitución presidencial, a estas alturas del sexenio habría que convocar a elecciones, lo que daría una enorme inestabilidad a la República. Por eso hace mal Andrés Manuel en su falso protagonismo para distinguirse de sus antecesores Felipe Calderón, comprador del avión, y Enrique Peña Nieto, beneficiario del 787- 8, para regocijo y la farándula de "La Gaviota", Angélica Rivera, la mujer más cara de México. Eso no es motivo para prescindir de la seguridad que da el avión presidencial. Además, López Obrador no ocuparía el avión para sus paseos y distracciones personales. Lo encontró como parte del inventario del patrimonio del gobierno mexicano. Tal vez fue un exceso comprar un avión de esas características, pero ya está ahí y hay que darle el uso que corresponde a la seguridad del jefe del Estado mexicano. La importancia y necesidad de un equipo aéreo de esa naturaleza quedó de manifiesto en la película "Avión Presidencial", protagonizada por Harrison Ford. El Presidente se salva y logra escapar de un atentado terrorista, precisamente por- que el avión "Air Force One" contaba con todos los sistemas de seguridad para el Presidente de los Estados Unidos. En México, durante el sexenio del presidente Miguel de la Madrid, hubo de renovarse la flota aérea presidencial, cuando el avión con el presidente abordo, estuvo a punto de colapsar en el trayecto entre Yucatán y Cozumel. La adquisición de un nuevo avión no fue lujo ni capricho, se trataba de una cuestión de seguridad nacional preservar la vida del Presidente de la República. El Presidente de los Estados Unidos tiene a su disposición el "Air Force One", un Boing 747-200, como signo distinti- vo de que viaja en él, el Presidente de la República. Es tan importante su presen- cia en el "Air Force One", que, si no está abordo, el avión pierde su nombre y es como cualquier equipo aéreo sin ninguna distinción. Por su parte el Vicepresidente tiene a su disposición, el "Air Force Two", y raramente utiliza el "Air Force One". Pero si por alguna circunstancia ocupa el "Air Force One" entonces éste avión se convierte en "Air Force Two". Y a la inversa. Si el Presidente viaja en el "Air Force Two", automáticamente toma el nombre de "Air Force One". Así de sofisticada es la seguridad presidencial de los Estados Unidos y no el cuento lopezobradorista de que "el pueblo me cuida". El gobierno de Andrés Manuel siempre se asumió como de izquierda, aunque hoy se acerque más al modelo neoliberal para regocijo y reconocimiento del Fondo Monetario Internacional. Durante 14 meses ha quedado ya de manifiesto que el gobierno pejista carece de ideas y de una ideología definida para transitar entre ocurrencias. La carrera al 2021 En octubre de este año comenzará formalmente el proceso electoral 2021. Son elecciones cruciales. Además de la Cámara de Diputados; cambian 15 gubernaturas (aunque Baja California sigue incierta en la SCJN), 29 Congresos locales y casi 2 mil ayuntamientos. Son casi 3,500 cargos de elección popular, y el padrón será de 96 millones de potenciales electores. Además, es la primera vez que se tendrán elecciones federales y locales concurrentes en las 32 entidades federativas. Para efectos de la 4T y los planes del Ejecutivo Federal, será determinante el resultado que obtengan en las diputaciones federales. Hoy, esta es la Cámara en la que tienen sólida mayoría calificada y de la cual salen la mayoría de insensateces legislativas ante la falta de un coordinador de altura. Muchos analistas y opinadores, desde al menos 2003, argumentan que en las elecciones intermedias siempre se fortalece la oposición. La lectura es carente de sustento ya que, de manera simplista, suelen tomar 1997 como año base, lo cual es incorrecto. Para identificar una posible tendencia, debemos remontarnos a 1988, cuando comenzaron las elecciones competidas en México. Así, las primeras intermedias son las de 1991, año en el que el PRI se fortaleció significativamente después de perder la mayoría calificada por primera vez en 88. Después, en 1997 viene la debacle, y el gobierno del PRI pierde por primera vez la mayoría simple, con un notable crecimiento de PAN y PRD. Esta es la primera intermedia en la que la oposición se fortalece. Posteriormente, tanto en 2003 como en 2009, los gobiernos del PAN retroceden en las intermedias ante el PRI. Particularmente en 2009, cuando el PRI prácticamente duplica su número de diputados después de haber caído a tercera fuerza por primera vez en las presidenciales de 2006. Sin embargo, después de recuperar la Presidencia en 2012, en 2015 el PRI no sólo mantiene sino incrementa tímidamente el número de diputados, para alcanzar la mayoría simple en conjunto con sus entonces aliados PVEM y Nueva Alianza. Es decir, desde que arrancó la verdadera competencia electoral en México hemos tenido cinco elecciones intermedias. En dos de ellas, con el PRI en el poder, se fortaleció la bancada oficialista; y en tres, con el PRI en el gobierno en una y el PAN en dos, se debilita la bancada oficialista. Como se puede ver, los resultados son mezclados. Por lo que los resultados de 2021 serán determinantes para ver si ya se marca una tendencia clara de las elecciones intermedias. Entendien- do, por supuesto, que cada elección tiene su dinámica y especificidades propias. Para este opinador, en 2021 la 4T verá significativamente reducido su número de diputaciones, perdiendo contundentemente la mayoría calificada que hoy detenta, pero manteniendo una mayoría simple. Varios factores incidirán en el 21. El primero de ellos, que las dinámicas locales electorales comenzarán a regresar a la normalidad después de un atípico 2018; replicar esa elección es prácticamente imposible. Lo vimos el año pasado, por ejemplo, en Aguascalientes con el PAN. Difícilmente, Morena mantendrá la presencia en estados como Nuevo León, donde MC va viento en popa, o en el Bajío con fuerte presencia del PAN; o en municipios donde el PRI se mantiene como bastión. El hoy presidente ya no puede dedicarse 100% a hacer campaña. Sí, tiene las mañaneras y sus giras semanales. Pero no podrá estar todo el tiempo en todos los lugares como en 2018, cuando su única obligación era ser candidato. Eso significa que otro factor fundamental para estas elecciones será que ahora los candidatos sí importarán, a diferencia de 2018 cuando incluso candidatos ausentes de sus campañas o desconocidos por la gente ganaron por el simple efecto de arrastre de López Obrador. Lo que se concatena con otro factor: Morena es un partido que nació dividido. En 2018 el competidor no era Morena, era sólo AMLO. Ahora que él no estará presente todo el tiempo, no habrá el efecto de arrastre y el partido tendrá que competir, como todos los otros partidos. Los problemas de Morena son peores a nivel local que los ya de por sí graves problemas que tiene a nivel nacional. Las estructuras creadas por AMLO solo han generado facciones en pugna: superdelegado estatal, contra presidente estatal, contra coordinador del Congreso Local. Y el factor principal es que, al día de la elección, habrán transcurrido dos años y medio de gobierno. Un gobierno que, al menos este primer año, ha sido completamente disfuncional e ineficiente, con muy pocos resultados y muchos errores. De seguir las pugnas entre los bandos radicales y moderados del gabinete, la notoria falta de conocimiento y experiencia de muchos funcionarios, la inexistente vocación de servicio público de muchos otros, y la falta de mando y guía del jefe máximo, el costo electoral puede ser altísimo. En cuanto a renovación de congresos locales, la historia puede ser relativamente similar a las diputaciones federales. Hoy Morena tiene mayoría en 18 congresos, pero las pugnas internas y la falta de AMLO en la boleta puede llevarlos a reducir sus números. Sin embargo, en la otra contienda Morena sí tiene amplias posibili- dades de crecer significativamente. Es altamente posible que la 4T se lleve una buena cantidad de las 15 gubernaturas. Localmente, el electorado suele castigar más diputaciones locales y ayuntamientos que las guberna- turas. Y a pesar de que ninguna de las 7 gubernaturas que hoy tienen está dando buenos resultados, muy probablemente se le dé el beneficio de la duda en al menos otros 6 estados. La táctica presidencial de polarización y división es posible porque aún es muy reciente el ominoso pasado de corrupción y excesos; pero para 2021, esa táctica puede ser su propia debacle. Por el bien de nuestro sistema democrá- tico, esperemos que este 2020 sea uno de madurez del presidente.