DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 62
Salvador Borrego
dominada por la reacción nacionalista encabezada por Franco, que a su vez recibió apoyo
de Hitler y Mussolini.
El marxismo internacional se alarmó y movilizó sus contingentes en todo el mundo, en
un esfuerzo psicológico para hostilizar al nuevo régimen alemán. La lucha se circunscribía a
discursos, propaganda y mutuas recriminaciones, pero ya era el presagio de la gran con-
tienda para la cual estaban forjándose armas y voluntades.
Dentro de Alemania misma, el internacionalizado movimiento obrero trató de
presentar combate. El partido comunista alemán contaba con dos millones de miembros,
además de la parcial adhesión de cuatro millones de socialdemócratas. Aunque severa, la
represión no había logrado aniquilar todas las redes ocultas de los organizadores marxistas
y éstos prepararon un golpe de Estado en 1935.
Esa fue la más palpable evidencia de que los comunistas de un país son siempre un
peligro latente para la Patria, porque en última instancia sus jefes son extranjeros.
Naturalmente, las órdenes de éstos no se ajustan al interés de la nacionalidad de sus
súbditos; sino a los fines internacionales que el marxismo persigue.
Curt Riess refiere en "Gloria y Ocaso de los Generales Alemanes" que varios dirigentes
comunistas creyeron haberse ganado al general Von Rundstedt, comandante de 16
divisiones, y ofrecieron depositar en un Banco suizo 1.250,000 francos para la rebelión. El
11 de julio (1935) el general Von Witzleben se presentó a nombre de Von Rundstedt a
recoger el cheque; tomó fotografías y volvió a depositarlo. "Al siguiente día —añade Riess—
se desató sobre Alemania una ola de detenciones y cayeron presos muchos antiguos di-
rigentes de federaciones obreras, así como varios políticos que habían combatido en las filas
de la oposición al nazismo.
En la misma noche los SS (tropas selectas alemanas) hicieron su aparición por las
calles, por primera vez desde el 30 de junio de 1934. Inicióse una persecución que en
los próximos días alcanzó el máximo de desenfreno. El día 15 —fecha fijada para la
insurrección— pasó sin que Rundstedt se levantara en armas". Y es que Rundstedt, aunque
indiferente hacia el movimiento nazi (nacionalsocialismo), había fingido estar de acuerdo
con los conspiradores y mantuvo al tanto a Hitler de lo que tramaban. Este acontecimiento
destrozó los planes de la Internacional Comunista para frustrar desde la retaguardia la
marcha hitlerista hacia el Oriente, o sea hacia la URSS.
Como contrapartida, Berlín acogía a los oposicionistas soviéticos que lograban cruzar
la frontera y los alentaba en sus planes encaminados a provocar una revolución
antibolchevique en Rusia, Desde 1933 el líder alemán Rosenberg se encargó de celebrar
juntas con exiliados rusos, entre quienes figuraba el general Pavel Skoropadsky. La esposa
de Rosenberg, una joven rusa llamada Vera Schuster, se hallaba al tanto de estas
actividades y a principios de 1936 desapareció misteriosamente. Según dice Curt Riess, las
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