DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 537
DERROTA MUNDIAL
En 1946 recogió en Estocolmo el premio que lo acreditaba como inventor del arma
que un grupo de peritos buscó premiosamente durante seis años de guerra; esa arma que
en desesperada carrera con el tiempo quedó terminada cuando ya nada podía salvar a su
patria. Al igual que el submarino XXI, la V-l, la V-2, los aviones de propulsión de chorro,
el cazabombardero "Natter" y el proyectil C-2 antiaéreo (controlado electrónicamente), la
bomba nuclear llegó con demora de semanas; una demora que hubiera sido insignificante
en condiciones más o menos normales, pero que en la situación de Alemania era
irreparable. La mayoría de las armas secretas lograron cruzar el abismo enorme de la
invención, hasta materializarse en realidades; pero todas llegaron tarde por un pequeño
margen.
Aunque los aliados siempre han guardado reserva acerca de las investigaciones
atómicas alemanas, nunca han atribuido concretamente el invento de la atómica a ninguno
de sus peritos. A tres o cuatro se les ha distinguido por sus "aportaciones", pero a nadie se le
ha ensalzado categóricamente como el inventor.
Por otra parte, tan sólo en la zona norteamericana se desmantelaron 682 fábricas
alemanas, para lo cual se utilizaron 35,000 hombres trabajando durante dos años. En
muchos lugares ocurrió que mientras se autorizaba o no el desmantelamiento,
hambrientos obreros alemanes reparaban los daños causados por los bombarderos y
ponían nuevamente a trabajar sus fábricas, pero poco después llegaban las tropas aliadas a
deshacer todo lo que tan penosamente había sido reconstruido. Un caso típico fue el de
la planta de gasolina sintética de Ruhrohemie, cerca de Oberhausen, condenada a muerte
a fin de que Alemania no se bastase a sí misma de combustibles.
En marzo de 1950, después de cinco años de terrible lucha para destruir industrias
que la guerra no había destruido, la tarea todavía no concluía. En ese año fueron
desmanteladas íntegramente las fábricas de Salzigitter. En Essen, la fábrica de cañones
más grande del mundo fue arrasada hasta sus cimientos, en vez de utilizarla para la
defensa de Europa.
La venganza es a veces mala consejera y así ocurrió también que Inglaterra sentenciara
a muerte a cien modernos sumergibles alemanes que capturó como botín de guerra (otros
217 fueron hundidos por sus propios tripulantes a fin de no entregarlos al enemigo). Para
la ejecución, se escogió un lugar simbólico, 160 kilómetros al este de Broody, Foreland, en
la costa de Islandia, precisamente donde la flota submarina alemapa había hundido 50
barcos aliados en una de sus más encarnizadas batallas de 1942. La flota inglesa obligó a
los prisioneros alemanes a atar los submarinos a varios barcos de guerra; los remolcó hasta
la tumba de los barcos aliados y ahí se les colocaron cargas explosivas. Se trataba de
sumergibles Mark 25, completamente nuevos. La carga de explosivos estalló y las naves no
se hundieron. Entonces fue necesario abatirlas a cañonazos.
537