DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 201
DERROTA MUNDIAL
Balcanes para que fuerzas británicas desembarcaran en Grecia y para que Yugoslavia se
alineara en contra de Alemania.
En enero de 1941 el coronel Donavan llevó la representación de Roosevelt a
Yugoslavia y alentó al Gobierno a que lanzara al país a la contienda. El 14 del mes siguiente
Roosevelt se comunicó con el gobierno yugoslavo para pedirle que no firmara el pacto de
paz y amistad con Alemania. A sabiendas de que era imposible enviarle ayuda y de que si
Yugoslavia combatía sería vencida, volvió a alentarla con irrealizables promesas.
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El pueblo americano, sin embargo, no apoyaba esa intromisión de Roosevelt en la
guerra europea y seguía siendo neutral. Para vencer esa resistencia, el. Secretario de Estado,
Cordell Hull, dijo el 24 de abri l: "Desgraciadamente muchas personas no se han dado
cuenta de la naturaleza de la crisis mundial... Los acontecimientos han demostrado hasta la
saciedad que la seguridad de este hemisferio y de la nación exige resistencia dondequiera
que la resistencia sea más efectiva".
Ya entonces Hull y Roosevelt sabían con absoluta certeza que Alemania hacía los
últimos preparativos para atacar a la URSS y que Estados Unidos y los intereses de todos
los países occidentales se hallaban completamente al margen de las metas de Hitler. Pero
esto lo ocultaron al pueblo norteamericano a fin de seguirlo empujando a la contienda. Por
su parte, Churchill secundaba a Roosevelt. "Desde Londres —dice en sus Memorias— hice
cuanto me fue posible para poner a Yugoslavia contra Alemania y el 22 de marzo telegrafié
al doctor Cvetkovic... Contamos con la indiscutible supremacía de los Océanos, y con la
ayuda americana pronto obtendremos una superioridad decisiva en el aire... la historia de la
guerra rara vez ha presentado otra oportunidad mejor". Era esa la macabra oportunidad de
empujar a la muerte a millares de yugoslavos.
Sin embargo, el gobierno yugoslavo percibió la infamia de la maniobra y la rechazó.
El 24 de marzo firmó el pacto de paz y amistad con Alemania. Nada perdía con eso,
porque Hitler no le pedía nada, y ni siquiera existía conflicto alguno germano-yugoslavo.
"Entonces —dice Churchill— envié a nuestro embajador en Yugoslavia, Mr. Campbell,
un mensaje que decía: 'No deje usted que se forme una brecha entre su persona y el
príncipe Pablo o los ministros. Continúe molestándolos y figurativamente hostigándoles.
Solicite audiencias, no acepte respuestas negativas. Aferróse a ellos, indicándoles que los
alemanes ya están considerando como supuesta la subyugación del país. No es este el
momento de hacer reproches ni de formular despedidas con mucha dignidad". Es decir, la
intriga proseguía...
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Paz y Guerra.—Departamento de Estado, Washington.
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