Didáctica
LOS COMPASES DE AMALGAMA
Huyendo de la tiranía del 4/4
¿
Estás cansado de utilizar los mismos compases en
tus composiciones? ¿Te quedas sin ideas para tus
riffs? Explorar los compases de amalgama puede ser
una buena forma de reenfocar tus creaciones, además de
una manera muy divertida de desarrollar e independizar
tu sentido rítmico.
A
unque en el folclore indio o balcánico este tipo de métrica sea lo más normal
del mundo, en la música occidental fue Ígor Stravinsky, en su ballet de 1913 "La
Consagración de la Primavera", el primer autor de música culta que utilizó los
compases de amalgama como parte fundamental de la composición.
Si bien es cierto que el público intentó linchar al autor en su estreno, dicha obra sentó un
precedente en la música contemporánea de la época y fueron muchísimos los que se
adentraron en la investigación de las métricas irregulares a partir de entonces.
En la música popular, los grupos de rock progresivo de los 70, con músicos como
Stravinsky o Bartók como influencias, fueron los primeros en utilizar los compases de
amalgama en sus temas.
King Crimson, Frank Zappa o Yes grabaron verdaderas joyas del género, que son además
impagables lecciones de este tipo de rítmica al alcance de cualquiera que las escuche.
Pero no sólo la música clásica y el prog han utilizado los compases de amalgama.
Don Ellis o Dave Brubeck en el jazz, John McLaughlin en la fusión o bandas de metal
extremo experimental como Meshuggah o The Dillinger Escape Plan son ejemplos de
que los compases de amalgama se pueden encontrar en cualquier estilo.
Los compases de amalgama no son más que la suma de dos o más compases sencillos
(2/4, 3/4, 2/8, 3/8, etc.) en un compás compuesto.
El numerador de este compás será un número poco común (5, 7, 11, etc.) y tendrá
una serie de acentuaciones determinadas por la suma de estos compases simples.
Dependiendo del orden en el que se coloquen dichos compases simples, la acentuación
del compás de amalgama resultante será diferente.
Por ejemplo, un 5/4 puede estar formado por los compases de 3/4 + 2/4, con lo que los
acentos resultantes estarán en el primer y cuarto pulso del compás.
Por otra parte, el orden puede ser el contrario: 2/4 + 3/4, con lo que la acentuación
pasar a estar en el primer y tercer pulso del compás, con lo que el efecto sonoro cambia
completamente.
Siendo este el ejemplo más sencillo y teniendo en cuenta que se pueden "componer"
compases de amalgama tan largos como se quiera y con las sumas más enrevesadas,
¡las opciones que se abren son interminables!
Os proponemos tres ejercicios de diferentes niveles de dificultad para dar los primeros
pasos en este tipo de métricas.
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