Se debe vacunar a todos los niños para prevenir enfermedades que podrían poner en peligro su vida o la función de algún órgano.
La seguridad de las vacunas es prácticamente total y la eficacia en la protección es del 100 por ciento. La manera de llevar a cabo un control estricto del estado de vacunación de un niño es por medio de un documento oficial, como es la cartilla nacional de vacunación. En este documento se anotan las vacunas que se han administrado así como las fechas y las vacunas pendientes.
¿Qué vacunas debo administrar a mi hijo?
Actualmente para los niños de nuestro país deben administrarse obligatoriamente todas aquellas que se encuentran contempladas en la cartilla nacional de vacunación, e incluso es requisito para que los niños puedan ingresar a la escuela. Estas vacunas previenen enfermedades como son la poliomielitis, difteria, tétanos, tosferina, tuberculosis, rubéola, sarampión, parotiditis, hepatitis B e infecciones graves por H. influenza tipo b; enfermedades que en tiempos no muy remotos causaban graves complicaciones e incluso hasta la muerte.
Existen otras vacunas que pueden recomendarse bajo estricta supervisión de un pediatra, quien decidirá en qué momento y circunstancia se aplicarán. Estas vacunas están dirigidas a prevenir la varicela, hepatitis A, influenza e infecciones graves por la bacteria del neumococo.
¿La presencia de un catarro o diarrea contraindica la aplicación de las vacunas?
No. Generalmente si el niño cursa un proceso infeccioso leve no existe contraindicación para aplicarla. En caso de presentar una enfermedad de moderada a grave se recomienda esperar a que exista mejoría y entonces decidir si se aplica la vacuna.
La cartilla de mi hijo mayor y de mi hijo menor parecen diferentes. ¿Existen cambios en los programas de vacunación?
Sí. Afortunadamente nuestro sistema de salud da prioridad a poblaciones como la pediátrica, lo cual ha llevado a la modificación continua de los esquemas de vacunación, agregando en los últimos años la vacuna H, influenza tipo b, para rubéola, parotiditis y hepatitis B. Esto ha favorecido la disminución de complicaciones graves como lo que podía presentarse en hijos de mujeres embarazadas que nunca habían tenido rubéola y la padecieron durante la gestación, o las infecciones como meningitis, neumonías e infecciones óseas por H, influenza tipo B.
Si mi hijo sufre de alergias a algunos medicamentos, ¿puedo aplicarle todas sus vacunas?
Antes de decidir una aplicación, el pediatra debe asegurarse que esa vacuna en particular no contenga residuos a los que el niño es alérgico, como serían algunos antibióticos o restos de proteínas del huevo que se utilizan en la preparación de las vacunas.
Si mi hijo sufre de alguna enfermedad crónica que afecta su sistema inmunológico de defensa, ¿puedo aplicarle todas las vacunas?
No. En estos casos el pediatra decidirá qué vacunas se deben administrar y cuáles evitar, pues sólo en estas situaciones especiales el niño podría correr algún riesgo.
En la escuela algunas mamás me dicen que no han administrado la vacuna de la tuberculosis. ¿Es necesaria?
Es indispensable, y todos los niños la deben de tener para evitar complicaciones graves originadas por la infección de la tuberculosis. No importa que se crea que el niño no está en contacto con una persona con tuberculosis, pues en muchas ocasiones quien sufre de tuberculosis es un adulto que no tiene datos clínicos que nos permitan establecer el diagnóstico, y así puede pasar algún tiempo siendo una persona contagiosa sin dar la sospecha de esto, contagiando entonces a las poblaciones más vulnerables, los niños vacunados.
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