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¡ América ! 6 Perú Por Miguel Ángel García Márquez El Inti Raymi o ―fiesta del Sol‖ fue la festividad religiosa más importante durante el tiempo de los Incas. Hasta el día de hoy se sigue representando cada 24 de junio en el complejo arquitectónico de Sacsayhuamán. Turistas asisten a los eventos Sin duda uno de sus principales atractivos es el recinto Sacsayhuamán, monumental complejo arquitectónico ubicado en la zona norte del Cusco, a dos kilómetros de la ciudad y a 3671 metros sobre el nivel del mar. Sacsayhuamán fue una de las fortalezas más importantes del Tahuantinsuyo y además se encuentra considerado como una de las maravillas del mundo. La fiesta del sol. Cada 24 de junio, día en que el sol se encuentra en su punto más distante de la tierra y que además coincide con el solsticio de invierno, se celebra el Inti Raymi o ―fiesta del Sol‖ en Sacsayhuamán, de fundamental importancia en el incario. Durante la época de los Incas, el Inti Raymi era el más importante de los cuatro festivales celebrados en el Cusco, según relata el Inca - Garcilaso de la Vega. Indicaba el inicio del año, así como el origen mítico del Inca. Tenía una duración de nueve días durante los cuales se realizaban bailes y sacrificios. El último Inti Raymi que contó con la presencia del emperador Inca se realizó en 1535 En la noche de la víspera se apagaban todos los fuegos en el Tahuantinsuyo. En la gran plaza Huacaypata (hoy Plaza de Armas del Cusco) se concentraban todos los personajes del imperio Entre las sombras, la multitud esperaba con gran respeto la aparición del dios Inti (sol). Generales, príncipes y toda la nobleza aguardaban en profundo silencio, muchos de ellos disfrazados de fieras y de otros animales de la mitología andina. Al aparecer el sol expresaban su reconocimiento y lo adoraban como sumo, solo y universal dios, , que con su luz y su virtud creaba y sustentaba todas las cosas de la tierra. Asimismo, le agradecían por las cosechas recibidas en el año El Inca, con la ayuda de los sacerdotes, "inducía" al dios Inti (sol) a volver con el favor de sus rayos para fecundar la tierra y procurar el bienestar de los hijos del gran imperio del Tahuantinsuyo. El fuego sagrado era renovado con un brazalete cóncavo de oro que se ponía contra la luz solar, cuyos reflejos se proyectaban sobre un trozo de algodón muy carmenado que se incendiaba en breve espacio. La lumbre sagrada era llevada al Coricancha, donde sería conservada por las acllas Durante la ceremonia también se realizaba el sacrificio de una llama para vaticinar el año venidero. Proseguía luego una gran marcha militar y al final todos se retiraban y estallaban en algarabía desenfrenada durante varios días.