En la tarde los bares que se encuentran cercanos a la calle Madero comenzaron a tener clientela, bares que tienen historia, además de los años con los que cuentan, los acontecimientos que sucedieron para que éstos se conviertan actualmente en patrimonio histórico. El salón Ópera es un ejemplo de bar con historia, ya que en la actualidad es la segunda cantina más antigua de México.
A manera que atardeció, fueron llegando los músicos que hicieron bailar a la gente, tocando todo tipo de géneros, desde salsa hasta las famosas canciones rancheras.
Las tocadas comenzaron en punto de las 6 de la tarde, tiempo en el que las calles aledañas comenzaron a llenarse poco a poco, la gente se distribuyó en diferentes lugares, unos fueron a comer, otros pasaron tiempo con su familia tomándose la foto, algunos más optaron por irse a bares, algunos asistieron directamente a la plancha del Zócalo para llevar sus donativos mientras que los restantes apreciaron la música que se tocó.
El evento terminó al caer la noche, siendo las 20 horas los grupos comenzaron a retirarse, algunos más temprano otros puntual, es aquí cuando mucha gente ya entusiasmada por el baile comenzaron a desplazarse a otros lugares, muchos asistieron al bar la “Faena” el cual ha sobrevivido a través del tiempo y que por su concepto de Tauromaquia ha visto diferentes generaciones sin alterar su idea original.
Probablemente esto se realice con frecuencia en esas mismas calles, tal vez no sea la única ocasión que se realicen eventos de este tipo, pero lo que sí se sabe es que la acción de donar a la gente que lo necesita es extraordinario, todo tipo de personas asistieron a los eventos que se organizaron, y muchos más no se enteraron la finalidad del proyecto, ése fue el objetivo: “Hacer que la gente tome conciencia y done de una forma inconsciente, que no se vea obligada a donar, al contrario que, al momento de regalarnos una moneda, puedan unirse con el sufrimiento de los demás” afirmó Javier Sánchez, integrante de uno de los grupos musicales, ubicado en la calle Venustiano Carranza.
Las calles del centro histórico estuvieron abarrotadas de ayuda para los dafnificados.