culdbura nº 14 Culdbura nº 14 | Page 44

Por las noches sombra de luna muerta da el nogal y van suicidándose una a una sus hojas quejumbrosas y pies desconocidos invisibles las huellan las quebrantan las sepultan librándolas así del torbellino eólico que azota a lo mortal abandonado sobre la haz funesta de la tierra impenetrable Pero ¿quién pasa quién posa? ¿De quién los pies piadosos redentores? Otro poema de Gerardo Diego nos sale al paso. Es un homenaje a Vicente Aleixandre. Los elementos de la última estrofa, hojas y pisadas, se mueven en un ambiente complejo y lleno de misterio (remarcado por la falta de signos de puntuación): Nuestro paseo está llegando a su parte final. Descubrimos un poema de Juan R. Jimé- nez (1881-1958). Espléndido. El almendro inmenso del que habla ha desaparecido por com- pleto. Una y otra vez vemos cómo apenas unos años bastan para desbaratar los propósitos de los humanos. El poema, solo, inmensamente solo habla de estrellas y de raíces; justa- mente es el árbol, el elemento vertical del paisaje, el que anda entre el cielo y el suelo. Y por fin funde ambos en el alma del poeta. Inmenso almendro en flor, blanca la copa en el silencio pleno de la luna el tronco negro en la quietud total de la sombra: cómo, subiendo por la roca agria a ti, no parece que hundes tu troncón en las entrañas de mi carne, que estrellas con mi alma todo el cielo!