Fort Dupree, South Dakota
Todo ha sido un sueño. Siempre estuvimos solos. Caminamos entre la nada. Ajenos a la luz per-
seguimos sólo sombras.
Contra el imperio de la tarde inventamos la desdicha, y fuimos felices sin saberlo.
Ahora miro al cielo y nada me responde; ¿acaso mi mirada es una pregunta? Ni siquiera un deseo.
Tantos años lo he visto entretenido en su constante afán que ya no espero nada, sino mirarlo largamente,
tendido en sus orillas; como aquel que contempla ensimismado un abismo despierto.
Por fin he comprendido. Un día, acaso un día fui lo que estoy mirando. Algo indiferente, perdido,
impenetrable como yo mismo, como todos los hombres. Como una especie de latido que suena en mi
costado, golpeando en tus orillas y suena como un pacto obscuro.
Acaso un día nos acercamos los dos; tú, con tus nubes de reclamo; yo, con mis pupilas borrosas
en tu vasto enigma.
Un misterio que nos unió y nos mantuvo separados. Que nunca sabremos si fue terror o gracia,
extraños ambos extremos en que latió nuestra propia vida.
Pedro Olaya