En ellos, en las paredes de estas y aquellas cátedras, había fotos de hombres con osos
muertos, matadores fuertes y feroces de cabezas de ganado y, fotos también, de legendarias
traineras y de jabalíes como toros y salmones y corvinas como tohinos, de vacas que daban
leche como escombro y caballos que después de haber ganado así de veces el derbi de Lo-
redo, tenían hijos por todo Trasmiera hasta Vega y Soncillo y, bajando luego a las riberas
del pantano y, en “traspasandolu y arrodeandolu”, acababa el dueño por casarse en Espinosa,
en las tierras de Burgos, más allá de las Estacas de Trueba y, según fuese quien soñase,
más allá de la Braguía y del Portón de la Lunada. Hasta en la capital se casaban, que yo lo
sé porque lo he visto.
Hoy, también veo las fotos aquellas y otras, fotos también, de pescadores y cazadores
que mienten más de lo que los otros hablaban y veo fotos de equipos de fútbol, de pelota y
de bolos y, en metopas, colmillos de jabalíes de cuatro patas, cascos de veleros entre otros
calendarios de colores, sustitutos de aquéllos de explosivos Río Tinto, embajadores de la
tristeza que también habitaba las bodegas de las casas con bombillas de 15 vatios y anuncios
otros veo, porque las cátedras del humo también deben ser subvencionadas.
A todos recuerdo y veo vestidos con camisas de Marín o de “la Flor”, las que luego les
ciñe al cuerpo el viento de la Bureba o el del Cubas y Puente Agüero y el del Miera por
Solares y el del Rudrón o el viento mismo de la Dársena de Molnedo o el otro que les ataca
mientras pasean por la Demanda o, aquel que les acerca a las bodegas de la Horra y el otro
que les invita a perderse por el Muelle de Gamazo o el que se las seca al sol de la Flora o el
que les ayuda a subir la “rampla” de Sotileza, camino de la Calle Alta, donde estaba el Hos-
pital de San Rafael, aquel que recibía los soldados sudorosos y rotos de Cuba.
También veo otros jugadores, señoritos del Salón de Recreo o de Pedreña o del Marí-
timo o aquellos del Club de Regatas, el del portal mismo de la Calle del Martillo desde el que