Cuentos que me contaron de la Vía Férrea Cuentos que me Contaron de la Vía Férrea | Page 32
recorrido con el requerido sigilo, mientras otro vigilaba
la presencia del cura o el monaguillo de turno. Por
supuesto, como el Padre Bautista sabía que no estaba
tratando con seminaristas sino con muchachones
traviesos, pensó que algo se traían con tanto merodeo
por sus alrededores, agudizó su vigilancia y se
percató de lo que hacíamos. Dio aviso a las
autoridades del liceo, y aparte de la reprimenda,
Néstor y Ángel se ganaron la expulsión de los tres
días; me salvé por la solidaridad de mis queridos
compañeros.
El
cura
ni
la
subdirectora
Elsa,
perdonaron nuestra curiosidad por la observación
realizada durante varias semanas consecutivas del
par de mochuelo que hacía vida en el campanario,
donde pudimos presenciar la eclosión de los polluelos
y parte de su desarrollo. Con Néstor aprendimos más
sobre esa particular especie de aves, porque en poco
tiempo ya había investigado sobre el lapso de eclosión
y sus costumbres como ave nocturna. Como aguas
del
Escalante,
discurrían
aquellos
tiempos
del
segundo año de bachillerato por los espacios
académicos de nuestro querido liceo.
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