Cuentos de los Herm anos Grimm
EDITORIAL DIG ITAL - IMPRENTA NAC IONAL
costa rica
Nuevamente bajó “El lelo” las escaleras, en busca del grueso sapo y le dijo:
-Ahora tengo que llevar a palacio a la doncella más hermosa del mundo.
-¡Caramba! -replicó el sapo-. ¡La doncella más hermosa! No la tengo a mano, pero te la
proporcionaré.
Y le dio una zanahoria vaciada, de la que tiraban, como caballos, seis ratoncillos.
Preguntóle “El lelo”, con tristeza:
-¿Y qué hago yo con esto?
Y le respondió el sapo:
-Haz montar en ella a uno de mis sapos pequeños.
Cogiendo el mozo al azar uno de los del círculo, lo instaló en la zanahoria amarilla. Mas apenas
estuvo en ella, transformóse en una bellísima doncella; la zanahoria, en carroza, y los seis ratoncitos,
en caballos. Dio un beso a la muchacha, puso en marcha los corceles y dirigióse al encuentro del
Rey. Sus hermanos llegaron algo más tarde. No se habían tomado la menor molestia en buscar una
mujer hermosa, sino que se llevaron las primeras campesinas de buen parecer. Al verlas el Rey,
exclamó:
-El reino será, a mi muerte, para el más joven.
Pero los mayores volvieron a aturdir al anciano, gritando:
-¡No podemos permitir que “El lelo” sea rey! -y exigieron que se diese la preferencia a aquel cuya
mujer fuese capaz de saltar a través de un aro colgado en el centro de la sala. Pensaban: “Las
campesinas lo harán fácilmente, pues son robustas; pero la delicada princesita se matará.” Accedió
también el viejo rey. Y he aquí que saltaron las dos labradoras; pero eran tan pesadas y toscas, que
se cayeron y se rompieron brazos y piernas. Saltó a continuación la bella damita que trajera “El
lelo” y lo hizo con la ligereza de un corzo, por lo que ya toda resistencia fue inútil. Y “El lelo”
heredó la corona y reinó por espacio de muchos años con prudencia y sabiduría.
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