Cuentos Cortos Para Días Largos FANZINE ANGELICA | Page 25
expresión ausente, ya me había acostumbrado a su mutismo, su pinta medio rara,
su pelo a la altura de los hombros, sus ojitos verdes minúsculos detrás de unas
aparatosas gafas con culo de botella. Él solía causar un extraño efecto en mí. No
soportaba su presencia por más de diez minutos, y sin embargo, yo
invariablemente estaba atenta de su llegada, o como en este caso, de su partida. Se
sentó en el lugar de siempre manteniendo la habitual distancia. Él me
impacientaba en una extraña mezcla de repulsión, deseo y cobardía. Cómo quería
saber de su vida, de sus fantasías, de sus gustos. Cómo disfrute imaginar su cuerpo
rozando el mío mientras gemía su nombre y él me repetía que quería un hijo mío.
Nunca hubo ocasión para tales intimidades. Me persigue esa fracción de segundo,
la milésima del segundo más ínfimo que bastaría para atragantarme con todo
aquello que quise decirle y sin embargo callé. Nuestro momento más íntimo fue
ese justo instante en que Julio decidió estrellarse contra el asfalto.
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