Cuentos Cortos Para Días Largos FANZINE ANGELICA | Page 13
cuerpos expectantes. Dejo de ser yo para ser yo. Desciendo por en medio del
gentío, no hay vuelta atrás, no podemos destejer lo ya tejido. Llevo en la mano
derecha tres cadenas y el puño izquierdo cerrado. Te busco entre la gente pero no
te encuentro, no estas, no importa. El mareo y la sed desaparecen, ahora mi
corazón quiere salirse por la boca. Inhalo, inhalo profundo para anudar el nudo
que estrangula tu garganta y así poder petrificar con mi mutismo la libertad del
pájaro que vuela. Desgarro tu humanidad al violar el velo que te cubre, tapo tus
ojos con una venda negra, ato tus manos con cadenas. ¡Silencio he dicho! Me baño
en sangre. No me preguntes donde están tus muertos, no voy a decírtelo. Calla,
calla de una vez. Río abajo pulula la infamia. Me corroe. Odio y espanto, la sed de
sangre no se acaba con el llanto. Y entonces cantas y danzas y te elevas con el
viento huracanado de tu lamento acuoso. Ahora tengo que gritar, parar, detener la
acción que se me ha vuelto insoportable, un dos tres germina, germina ya.
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