Pero había una barcilonina, Mamá Núria, que no quería regresar a su casa; se había enamorado del músico y de su melodía. Había quedado hechizada de nuevo, y ya nunca más querría subir las 1.000 escaleras sin escuchar las mágicas notas que salían del ukelele del chico del sur.
El músico, igual que ella quedó prendado por su sonrisa...y juntos anduvieron con Mariam subiendo y bajando escaleras durante muchos y muchos años.
colorín colorado este cuento se ha acabado