cuatro-reinas-teaser | Page 17

— Son de Fred , por supuesto . Veinticinco años ya . Parece que fue ayer ... — suspiró acariciando un aterciopelado pétalo — ¿ Cuándo son las tuyas , Rosemary ?
Rosemary sabía perfectamente a lo que se refería : el 10 de junio son las suyas . El 10 de junio del año pasado fueron las suyas . Y no hubo flores .
Salió de la tienda dando golpecitos a su reloj , amparándose en la prisa para disculpar su poco entusiasmo . Un poco más allá , junto a una iglesia , un hombre pedía limosna . Se rascó el bolsillo y arañó una moneda . La depositó en su mugrienta mano y echó a andar tan apresuradamente como sus regordetas piernas le permitieron . No se detuvo hasta la embocadura de Gascony Avenue . Al entrar en la calle aminoró el ritmo . Se paró después frente a una de aquellas casas , ascendió cinco escalones y cruzó la puerta principal . No había correo sobre la repisa . El inquilino del bajo solía dejar allí las cartas dirigidas a Mrs . Anderson . Era George Jenkins quien atendía al cartero y recibía la totalidad de la correspondencia . Lo de prender un estante en la pared fue una invención suya con el objetivo de ahorrarse la cortesía diaria de efectuar la entrega y evitar ortopédicos diálogos con la ocupante del primero .
Rosemary respiró hondo y empezó a ascender la pared de peldaños que tenía por delante . Encontró , como era habitual , la siguiente puerta cerrada con llave . Mrs . Anderson solía dar dos vueltas a la cerradura cada noche ; recomendable costumbre que , sin embargo , enflaquecía cuando trataba de argumentarla entre un rosario de inconcreciones . Y todo por no atreverse a expresar públicamente la comprensible y , a la vez , antinatural desconfianza que le inspiraba el vecino de abajo .
La señora de la casa saludó a Rosemary con un movimiento rígido a modo de amonestación . La empleada pidió perdón con una caída de ojos por llegar casi diez minutos tarde y se
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