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tanto legislación como institucionalidad se blo-
quean ante cualquier crisis. Una muestra palpable
fue la ineptitud de liderar acciones correctivas
ante el conflicto socio-ambiental de Quintero-
Puchuncaví en Agosto 2018. Una cuestión que
sería inconcebible en un país que hubiese incluido
realmente la gestión medioambiental como una
nueva función del Estado. Por eso resulta esen-
cial que de aquí en adelante se establezcan metas
cuantificables y verificables en consulta con todos
los actores, ONGs, empresas, gobiernos locales
y regionales, parlamentarios y la ciudadanía or-
ganizada. En este marco, la reglamentación que
se establezca a través del derecho ambiental tie-
ne que transformarse en un instrumento rector.
Para contextualizar dos ejemplos: tanto el prin-
cipio de “quien contamina paga” así como “la elimi-
nación de los subsidios y exenciones de impuestos para las
industrias contaminantes”, tendrán que ejecutarse sin
excepciones.
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