Cuadernos Médicos Sociales 2019; Vol 59 N°1 | Page 90

El libro de Ruddiman es sugerente también para pueblos como el nuestro que tienen una rica tra- dición cazadora-recolectora, nómada. Sugieren revalorizaciones de aprendizajes y saberes encar- nados en esas culturas. Ruddiman toma distancia de los extremos, pero sobre todo de los escépticos. El clima mismo del debate se ha empobrecido y es importante te- ner a mano un texto escrito por un investigador contemporáneo. Su libro es una valiosa guía para orientarse entre aluviones, calores desbordantes, glaciares en retroceso y perspectivas inciertas. En un metro de bosque Un año observando la naturaleza Turner Noema 2014 L arga historia la de la historia natural. A veces reducida como una especie al borde de la extinción, sabe renacer en tiempos difíciles. Plinio el viejo es mencionado como el inaugu- rador de la serie, pero bien mirado historia natural hay por doquier. En nuestra historia americana post conquista, los narradores de Indias como Joseph de Acosta hicieron historia natural y usa- ron este nombre para sus textos. Destacan nues- tros valiosos jesuitas, encabezados por Ignacio Molina, pero Alonso de Ovalle también tiene mé- rito suficiente para serlo. La historia natural pare- ce cobrar nueva vida en medio de una época en que la dicotomía natural social ha colapsado. Sus destrezas ciertamente científicas, se amalgaman con la apreciación por el terreno (y el viaje), la valoración de los saberes locales, la erosión de las fronteras de la especialidad e incluso la artificial y dañina separación entre un mundo humanista respecto de otro científico. Una práctica científica además autoral y estetizante, en el mejor sentido de la palabra. Colegas como Francisco Fonck y Rudolph Phillip la practicaron con intenso amor. Historia natural es la que hace el biólogo Henri George Haskell, en un bosque ubicado en el cam- pus de su universidad. Observa un pequeño círcu- lo del bosque durante un año. Lo llama su manda- la. A partir de lo que ocurre allí, Haskell hace una biología intensa, profunda y llena de hipótesis. Poco importa que su mandala esté al lado de un campo de golf y que incluso encuentre segu- ramente tras un golpe osado, una pelota plástica. Reseñas Los insectos que pululan tienen también resisten- cia a los pesticidas, los árboles son parte de un renoval, los lobos han sido sobrepasados por los coyotes. La pureza no existe. Con un intenso trasfondo zen, la proximidad de Haskell con lo que observa y narra hace de la bo- tánica, la ecología, la etología y todas las variantes de saber biológico, incluyendo ciertamente rasgos geológicos, un disfrute. Su libro es un manual de historia natural para el siglo XXI, un hilandero te- jiendo en la senda humboldtiana. ¿De qué serviría nuestro amor por el planeta y la vida si no logra encarnarse en obras hermosas y gozosas de ser disfrutadas?. Haskell logra reani- mar nuestras fuerzas terráneas, con una prosa vi- vificante. Al leerlo sentimos la humedad del bos- que, el frío, el viento, la luz. el movimiento de las salamandras, los mosquitos, las hojas, las semillas. Pero también comprendemos la complejidad mi- tocondrial, la regulación de las luciferazas, la con- temporaneidad evolutiva de los líquenes. Haskell nos invita a mirar, a demorarnos en el mundo, a respirar el tiempo de lo viviente. Demorarse de un modo que vale la pena. Haskell fue finalista del premio Pulitzer y ganó con este su primer libro, el premio al mejor libro de National Academies, el National Outdoor Book Award y el premio Reed de literatura medioam- biental. Su libro más reciente La Canción de los árboles pronostica no sólo a un autor en vigoroso trabajo, sino a un género en pleno despliegue. 88