El libro de Ruddiman es sugerente también para
pueblos como el nuestro que tienen una rica tra-
dición cazadora-recolectora, nómada. Sugieren
revalorizaciones de aprendizajes y saberes encar-
nados en esas culturas.
Ruddiman toma distancia de los extremos, pero
sobre todo de los escépticos. El clima mismo del
debate se ha empobrecido y es importante te-
ner a mano un texto escrito por un investigador
contemporáneo. Su libro es una valiosa guía para
orientarse entre aluviones, calores desbordantes,
glaciares en retroceso y perspectivas inciertas.
En un metro de bosque
Un año observando la naturaleza
Turner Noema
2014
L
arga historia la de la historia natural. A veces
reducida como una especie al borde de la
extinción, sabe renacer en tiempos difíciles.
Plinio el viejo es mencionado como el inaugu-
rador de la serie, pero bien mirado historia natural
hay por doquier. En nuestra historia americana
post conquista, los narradores de Indias como
Joseph de Acosta hicieron historia natural y usa-
ron este nombre para sus textos. Destacan nues-
tros valiosos jesuitas, encabezados por Ignacio
Molina, pero Alonso de Ovalle también tiene mé-
rito suficiente para serlo. La historia natural pare-
ce cobrar nueva vida en medio de una época en
que la dicotomía natural social ha colapsado. Sus
destrezas ciertamente científicas, se amalgaman
con la apreciación por el terreno (y el viaje), la
valoración de los saberes locales, la erosión de las
fronteras de la especialidad e incluso la artificial
y dañina separación entre un mundo humanista
respecto de otro científico. Una práctica científica
además autoral y estetizante, en el mejor sentido
de la palabra. Colegas como Francisco Fonck y
Rudolph Phillip la practicaron con intenso amor.
Historia natural es la que hace el biólogo Henri
George Haskell, en un bosque ubicado en el cam-
pus de su universidad. Observa un pequeño círcu-
lo del bosque durante un año. Lo llama su manda-
la. A partir de lo que ocurre allí, Haskell hace una
biología intensa, profunda y llena de hipótesis.
Poco importa que su mandala esté al lado de
un campo de golf y que incluso encuentre segu-
ramente tras un golpe osado, una pelota plástica.
Reseñas
Los insectos que pululan tienen también resisten-
cia a los pesticidas, los árboles son parte de un
renoval, los lobos han sido sobrepasados por los
coyotes. La pureza no existe.
Con un intenso trasfondo zen, la proximidad de
Haskell con lo que observa y narra hace de la bo-
tánica, la ecología, la etología y todas las variantes
de saber biológico, incluyendo ciertamente rasgos
geológicos, un disfrute. Su libro es un manual de
historia natural para el siglo XXI, un hilandero te-
jiendo en la senda humboldtiana.
¿De qué serviría nuestro amor por el planeta y
la vida si no logra encarnarse en obras hermosas
y gozosas de ser disfrutadas?. Haskell logra reani-
mar nuestras fuerzas terráneas, con una prosa vi-
vificante. Al leerlo sentimos la humedad del bos-
que, el frío, el viento, la luz. el movimiento de las
salamandras, los mosquitos, las hojas, las semillas.
Pero también comprendemos la complejidad mi-
tocondrial, la regulación de las luciferazas, la con-
temporaneidad evolutiva de los líquenes. Haskell
nos invita a mirar, a demorarnos en el mundo, a
respirar el tiempo de lo viviente. Demorarse de un
modo que vale la pena.
Haskell fue finalista del premio Pulitzer y ganó
con este su primer libro, el premio al mejor libro de
National Academies, el National Outdoor Book
Award y el premio Reed de literatura medioam-
biental. Su libro más reciente La Canción de los
árboles pronostica no sólo a un autor en vigoroso
trabajo, sino a un género en pleno despliegue.
88