de cien expertos de 44 países. Se basa en más de
6.000 referencias científicas, revisando los efectos
de un incremento hasta 1,5°C y los compara con
los de una subida hasta 2°C.
Después de analizar los documentos y las po-
líticas de reducción de emisiones que presenta-
ron los gobiernos en 2016-2017, el IPCC llegó
a la conclusión que debido a la oposición de las
grandes empresas que aún utilizan combustibles
fósiles sumada a la lentitud de los gobiernos, el
calentamiento subiría a 3°C al año 2100. Hasta la
publicación de este informe se consideró modera-
damente seguro no superar una elevación de 2°C.
Pero investigaciones recientes han obligado a re-
definir el límite de seguridad estableciendo que
debe ser 1,5°C. Por tal razón, el informe plantea
que es urgente ejecutar acciones “rápidas, profundas
y sin precedentes”. La tarea será titánica, con cambios
rápidos en la forma que funcionan los gobiernos,
las industrias y las sociedades.
¿Qué significa esta diferencia de 0,5°C? Denota
que la humanidad tendrá que reducir obligatoria-
mente antes de 2030 las emisiones de carbono en
todo el planeta, en al menos un 49% de lo que se
emitió en 2017. En otras palabras, en los próxi-
mos dos años se tendrían que cerrar todas las
centrales termoeléctricas a carbón y reemplazarlas
por fuentes renovables, ya que las grandes inver-
siones suelen tener un ciclo de vida de al menos
una década. Más aún, tendría que ser obligatorio
reducir a cero todas las emisiones de carbono para
el año 2050. Solo así se frenaría el cambio climá-
tico. De fracasar, los efectos serán devastadores y
afectarán a millones de personas.
El Informe del IPCC señala también como “de
alta confiabilidad”, que en el 2040, si sube a 1,5ºC, el
14% de los habitantes del planeta estarán expues-
tos a olas de calor mortales; peor si sube a 2ºC,
ese porcentaje subiría al 37%, con un efecto enor-
me sobre las migraciones. Los costos financie-
ros serían gigantescos. Las temperaturas en días
calurosos extremos en latitudes medias podrían
aumentar en 3°C con 1,5°C, pero en un escena-
rio de 2°C subiría a 4°C. Con 2°C, se degradarían
ecosistemas en alrededor del 13% de la superficie
terrestre, aumentando el riesgo de extinción para
insectos, plantas y animales. Mantener el calenta-
miento a 1,5°C reduciría ese riesgo a la mitad.
Cada tonelada extra de carbono que emitamos
a partir de ahora será una tonelada que tendrá que
limpiarse antes de fines de siglo. De allí, que sea
importante debatir quién pagará por ello, y si es
correcto que la industria de los combustibles fósi-
les y sus clientes disfruten hoy de los beneficios y
Hurtubia J.
esperen que la próxima generación pague por lim-
piarlos. Al respecto, el IPCC recomienda como
instrumento económico óptimo poner un precio
a las emisiones de CO 2 para controlar el calenta-
miento (Nordhaus, 2013). En la actualidad, más de
40 gobiernos de todo el mundo, incluida la Unión
Europea, Chile y el Estado de California, han
puesto un precio al carbono, pero les ha resultado
políticamente difícil establecer un precio lo sufi-
cientemente alto como para generar reducciones
significativas. En Chile la Política Energética 2050
Bachelet-Pacheco auspicia seguir por esta senda
y multiplicar la generación eléctrica con energías
renovables. El mundo tendrá que seguir esta mis-
ma vertiente. Al respecto, el IPCC recomienda
aumentar la instalación de sistemas de energía re-
novable, como la energía eólica y solar hasta llegar
a cubrir en 2050, el 70–85% de la electricidad del
mundo. Otra medida indispensable será expandir
la cobertura de bosques para aumentar la capaci-
dad natural para extraer CO 2 de la atmósfera.
4. CONTAMINACIÓN Y SALUD
En la Región Metropolitana, vive casi el 40% de
la población chilena. Es una aglomeración urbana
ubicada en un valle con muy mala ventilación y, por
ende, muy mala calidad del aire. Las concentracio-
nes de partículas que resulta de la combustión de
los autos, motos y buses es alta. Las mediciones
de la Organización Mundial de la Salud (OMS/
WHO, 2017) que comparan las partículas PM10
y las más finas, PM2,5 muestran altos índices. Las
partículas PM2,5, en suspensión, de menos de 2,5
micrómetros (100 veces más delgadas que un ca-
bello humano) son las mejores indicadoras de la
calidad del aire ya que son las más peligrosas para
la salud porque penetran elementos como sulfato,
nitrato o carbón en el sistema cardiovascular o en
los pulmones.
Varias ciudades chilenas están sometidas a una
elevada contaminación ambiental, ruidos moles-
tos, saturación de lagos, turbiedad del agua e in-
cluso presencia de metales pesados en las perso-
nas por sobre el rango normal. Son los problemas
que tienen que lidiar día a día miles de chilenos
que viven en comunas saturadas, zonas de sacrifi-
cio ambiental o en estado de alerta por la conta-
minación como Concón, Quintero, Puchuncaví,
Til Til, Coronel, Pucón y Villarrica. Aunque se
controla la contaminación del aire en Santiago no
es verdad que ocurra lo mismo en otras ciudades
chilenas identificadas por la OMS en la lista de las
20 ciudades más contaminadas de América. Se ha
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