Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 74

de las pocas estimaciones de prevalencia de la partici- pación en población general usuaria de APS. La ma- yoría de los estudios reportan participación experi- mentada en un grupo particular y frente a decisiones específicas, que son apoyadas por herramientas que promueven el diálogo entre profesionales y pacientes (14). No obstante, el único estudio encontrado que reporta la relación entre participación y satisfacción en APS concuerda con los hallazgos presentados en este artículo, en cuanto existe una relación directa- mente proporcional entre ambos constructos (15). Así, altos niveles de participación predicen mayor satisfacción con la atención en salud. Es interesante que la mayoría de los participantes de este estudio reportaron altos niveles de involu- cramiento en la toma de decisiones clínicas. Frente a ello, vale la pena discutir el entramado conceptual y epistemológico detrás de este fenómeno. En este sentido, es necesario entender la participación como un constructo polisémico y complejo, lo que conlleva el tener que esclarecer qué se entiende por partici- pación, para posicionarnos y poder hacer interpre- taciones respecto a cómo ésta es experimentada y finalmente reportada por los usuarios. Una investiga- ción que exploró el cuidado centrado en la persona desde la perspectiva de los usuarios, indicó que las personas todavía reconocen carencias relacionales y del buen trato (como ser llamados por su nombre o tener contacto visual durante el encuentro clínico) (2), por lo que las oportunidades de participación se verían seriamente limitadas en situaciones donde el desbalance de poder entre las partes se perpetúa (16). Entendiendo que en Chile aún son escasos los antecedentes de promoción de participación a nivel individual en la consulta de salud, pues ésta sólo se limita a experiencias locales, de investigación y di- rectrices ministeriales (1), parece necesario ampliar el espectro hacia la participación comunitaria en salud. Siguiendo la caracterización realizada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) (17), existen grados de participación comunitaria en salud, yendo desde niveles más básicos hasta más comple- jos de involucramiento como sigue: 1) Utilización de los servicios e instalaciones; 2) Cooperación con las iniciativas planificadas por un organismo externo; y 3) Participación en las actividades de planificación y administración. La naturaleza mixta del sistema de salud chileno que combina tanto el sector público como el privado ha convertido el acceso a la salud en un lujo, mante- niendo las inequidades entre grupos de mayor y me- nor ingreso, y también agudizando las brechas para las personas más desaventajadas, en cuanto el acceso a una atención de salud se convierte en un resultado Bravo P., et al. positivo, independiente de la calidad de este (2, 18). A la luz de los resultados de este estudio, podríamos ubicar la participación de usuarios de servicios de APS en el estadio inicial de participación según la OPS, ya que las personas podrían estar percibiendo el mero acceso a servicios e instalaciones como par- ticipación activa. Sin embargo, cuando la percepción de salud es negativa, identifican menos oportunida- des de participación, lo que podría relacionarse a la necesidad de recibir más información, conocer sus alternativas terapéuticas y finalmente, decidir en con- junto con el profesional (8). Ante estos hallazgos se debe recordar que el instru- mento de recolección de información de este estudio fue aplicado a posteriori de haber recibido atención en salud, lo cual puede condicionar la percepción subjetiva de satisfacción y participación. En este sen- tido, de acuerdo a lo planteado por Bang (19), es im- portante reconocer la dimensión subjetiva de los pro- cesos participativos. Siguiendo esta línea, aun cuando el instrumento utilizado esté adaptado lingüística y culturalmente y validado para la realidad nacional, se necesitan estudios que recojan esta subjetividad, a tra- vés por ejemplo de observaciones de encuentros clí- nicos, para identificar las oportunidades de participa- ción, la relación terapéutica y la promoción explícita de involucramiento, sobretodo en un contexto como el chileno que aún transita desde un modelo de aten- ción biomédico hacia un enfoque democrático, par- ticipativo e integral (3). Esto porque la participación activa de las personas en las decisiones clínicas, solo puede darse en un contexto relacional que habilite e intencione el rol activo de las personas y que se centre en ellas como eje principal del cuidado (16, 20). Se ha reportado que la atención médica de Chile necesita en el corto plazo la formación permanente del equi- po de salud en relaciones humanas efectivas (21), lo que debe incluir los componentes de participación. La TDC requiere de profesionales de salud prepara- dos para comunicarse de manera empática y efectiva con los usuarios, gatillando con ello que las personas sean capaces de reconocer lo que es más importante para ellos en relación a la decisión terapéutica (22). Asimismo, los usuarios deben contar con instancias de preparación para los encuentros clínicos que les permita desarrollar habilidades de autocuidado y de empoderamiento en relación a su salud, para con ello participar activamente en la toma de decisiones clíni- cas (5, 23). CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS Los usuarios de CESFAM de Chile reportan un alto nivel de participación en las decisiones 72