de las pocas estimaciones de prevalencia de la partici-
pación en población general usuaria de APS. La ma-
yoría de los estudios reportan participación experi-
mentada en un grupo particular y frente a decisiones
específicas, que son apoyadas por herramientas que
promueven el diálogo entre profesionales y pacientes
(14). No obstante, el único estudio encontrado que
reporta la relación entre participación y satisfacción
en APS concuerda con los hallazgos presentados en
este artículo, en cuanto existe una relación directa-
mente proporcional entre ambos constructos (15).
Así, altos niveles de participación predicen mayor
satisfacción con la atención en salud.
Es interesante que la mayoría de los participantes
de este estudio reportaron altos niveles de involu-
cramiento en la toma de decisiones clínicas. Frente
a ello, vale la pena discutir el entramado conceptual
y epistemológico detrás de este fenómeno. En este
sentido, es necesario entender la participación como
un constructo polisémico y complejo, lo que conlleva
el tener que esclarecer qué se entiende por partici-
pación, para posicionarnos y poder hacer interpre-
taciones respecto a cómo ésta es experimentada y
finalmente reportada por los usuarios. Una investiga-
ción que exploró el cuidado centrado en la persona
desde la perspectiva de los usuarios, indicó que las
personas todavía reconocen carencias relacionales y
del buen trato (como ser llamados por su nombre
o tener contacto visual durante el encuentro clínico)
(2), por lo que las oportunidades de participación se
verían seriamente limitadas en situaciones donde el
desbalance de poder entre las partes se perpetúa (16).
Entendiendo que en Chile aún son escasos los
antecedentes de promoción de participación a nivel
individual en la consulta de salud, pues ésta sólo se
limita a experiencias locales, de investigación y di-
rectrices ministeriales (1), parece necesario ampliar
el espectro hacia la participación comunitaria en
salud. Siguiendo la caracterización realizada por la
Organización Panamericana de la Salud (OPS) (17),
existen grados de participación comunitaria en salud,
yendo desde niveles más básicos hasta más comple-
jos de involucramiento como sigue: 1) Utilización de
los servicios e instalaciones; 2) Cooperación con las
iniciativas planificadas por un organismo externo; y
3) Participación en las actividades de planificación y
administración.
La naturaleza mixta del sistema de salud chileno
que combina tanto el sector público como el privado
ha convertido el acceso a la salud en un lujo, mante-
niendo las inequidades entre grupos de mayor y me-
nor ingreso, y también agudizando las brechas para
las personas más desaventajadas, en cuanto el acceso
a una atención de salud se convierte en un resultado
Bravo P., et al.
positivo, independiente de la calidad de este (2, 18).
A la luz de los resultados de este estudio, podríamos
ubicar la participación de usuarios de servicios de
APS en el estadio inicial de participación según la
OPS, ya que las personas podrían estar percibiendo
el mero acceso a servicios e instalaciones como par-
ticipación activa. Sin embargo, cuando la percepción
de salud es negativa, identifican menos oportunida-
des de participación, lo que podría relacionarse a la
necesidad de recibir más información, conocer sus
alternativas terapéuticas y finalmente, decidir en con-
junto con el profesional (8).
Ante estos hallazgos se debe recordar que el instru-
mento de recolección de información de este estudio
fue aplicado a posteriori de haber recibido atención
en salud, lo cual puede condicionar la percepción
subjetiva de satisfacción y participación. En este sen-
tido, de acuerdo a lo planteado por Bang (19), es im-
portante reconocer la dimensión subjetiva de los pro-
cesos participativos. Siguiendo esta línea, aun cuando
el instrumento utilizado esté adaptado lingüística y
culturalmente y validado para la realidad nacional, se
necesitan estudios que recojan esta subjetividad, a tra-
vés por ejemplo de observaciones de encuentros clí-
nicos, para identificar las oportunidades de participa-
ción, la relación terapéutica y la promoción explícita
de involucramiento, sobretodo en un contexto como
el chileno que aún transita desde un modelo de aten-
ción biomédico hacia un enfoque democrático, par-
ticipativo e integral (3). Esto porque la participación
activa de las personas en las decisiones clínicas, solo
puede darse en un contexto relacional que habilite e
intencione el rol activo de las personas y que se centre
en ellas como eje principal del cuidado (16, 20). Se ha
reportado que la atención médica de Chile necesita
en el corto plazo la formación permanente del equi-
po de salud en relaciones humanas efectivas (21), lo
que debe incluir los componentes de participación.
La TDC requiere de profesionales de salud prepara-
dos para comunicarse de manera empática y efectiva
con los usuarios, gatillando con ello que las personas
sean capaces de reconocer lo que es más importante
para ellos en relación a la decisión terapéutica (22).
Asimismo, los usuarios deben contar con instancias
de preparación para los encuentros clínicos que les
permita desarrollar habilidades de autocuidado y de
empoderamiento en relación a su salud, para con ello
participar activamente en la toma de decisiones clíni-
cas (5, 23).
CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS
Los usuarios de CESFAM de Chile reportan
un alto nivel de participación en las decisiones
72