Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 28

Mi mamá emigro después del año 25, año en que se traspasó Tacna a Perú y ellos vivían cerca de Tacna. Algunos tuvieron que emigrar al nor- te, Lima, Argentina, y otros al sur. En Iquique fue donde se encontraron. Mi papá ingreso a la Fuerza Aérea llegó a ser sub-oficial mayor de aviación. Jubiló antes del Golpe. Pero yo no tenía mayores problemas que un barrio malo, de acá en San Miguel, barrio difícil de gente con malos há- bitos, delincuentes, prostitutas… Sebastián Moller: espéreme, sus papás llegan a Santiago Arnaldo: Claro, a mi papá lo trasladaron a la co- muna de El Bosque, por la Fuerza Aérea y ahí nos instalaron en el paradero 4 de la Gran Avenida, más o menos. Cerca de Santa Rosa. Y ahí conocí otro aspecto de la vida, de la ciudad… Sebastián: ¿Usted nace en Santiago? Arnaldo: No, en Iquique… Conozco la vida difícil de los arrabales de la ciudad de ese tiem- po, años 40-45. Yo compartía mis juegos con el hijo del delincuente, con el que había matado a alguien, entonces en fin. En el barrio nos juntá- bamos y nadie hablaba de sus problemas, sino que ellos trataban con el tiempo de trasmitirme su hábito: de ir a robar, pero yo me contenía un poco, nos conteníamos los 3 hermanos que éra- mos porque mi papá era estricto. Él llegaba de su pega y nos permitía un poco en la calle y a las 9 de la noche todos adentro. Ahí el mundo cambiaba, de un mundo difícil a un mundo… nosotros no le contábamos a mi papá que nos bañábamos en el Zanjón de la Aguada. Él nos preguntaba y noso- tros “no, todo bien”. Así que así me fui desarro- llando como persona. Lamentablemente mi papá jubiló… cedió al trago, cayó en el alcoholismo y bueno, falleció. Bueno ahí nosotros estábamos en el Liceo, estudiando, yo había dado el bachillerato con buenas notas. En fin, hasta ahí no más queda- mos en esa parte de los estudios… Sebastián: Cuando él muere, ¿usted tuvo que dejar de estudiar? Arnaldo: Si, porque vino un período medio di- fícil con mi mama. Mi mamá me decía mira, “tú si quieres seguir estudiando yo te financio los gastos y todo, pero si quieres trabajar, trabaja, yo no sé qué es lo que quieres hacer”. “Me gustaría estu- diar” le dije, pero me puse a trabajar. Entonces empezó la vida del trabajo y conocí esta parte del sindicato. Me junté con una persona, también del sector campesino, de Villa Alegre. Tuvimos 2 ni- ños…y llegamos y arrendamos en La Cisterna. Yo dije “Voy a juntar unos pesos y vamos a comprar un sitio para nosotros” Entonces empezamos un Barrientos M., et al. día a buscar por la Florida, toda esa parte y un pedazo de La Granja y encontramos un pedazo de terreno del fundo La Castrina. Vendían unos sitios en cooperativa. Entonces ya, fuimos a eso y eran sitios grandes de 500 metros. Justamente para la cosa rural y urbana. O sea ellos pensaban que la gente volvía del trabajo en la tarde y se po- nía a jardinear o plantar…era una vida mejor. La gente que compartía en ese entonces, con nosotros, era gente de trabajo. No había delin- cuencia. Pero, no teníamos agua, no teníamos luz, era un pedazo de terreno no más. Yo estaba acos- tumbrado a prender una luz, a bañarme con agua caliente. Y llegar a un lugar donde había que jun- tar agua, ir a buscarla, llegar a la tarde a las 8 pm y salir a 1 km el agua…o sea mi vida cambio. Pero, yo estaba dispuesto a salir adelante. Entonces se me acercaron unos vecinos y me dijeron, que ellos eran de la Junta de Vecinos, y yo dije “No, yo de juntas de vecinos nada que ver”. Me dijeron que ellos pertenecían a un partido político. “Yo de partidos políticos, no me interesa”, les dije. La vida de un militar es así, no se habla de política. Sebastián: Su papá era militar ¿Usted también? Arnaldo: Yo hice el servicio pero de militar no…bueno. Pero, de repente con el correr del tiempo y de la vida…yo decía “Necesitamos poner agua, necesitamos luz, necesitamos una escuela, un consultorio…” ¿Cómo yo sólo voy a resolver estos problemas para mi familia, sino me junto con estas otras personas que vienen a contarme también sus cosas? Pero era la gente… que estaba organizada era la única gente con la que se podía contar. Ya dije, me hago parte de la junta de vecinos. “Pero métase a la cooperativa también”, y yo … “¿Qué es eso de la cooperati- va?” Bueno ahí estuvimos varios años de la coo- perativa, yo llegué a ser presidente de la comisión de vigilancia de la cooperativa. Entonces yo me di cuenta de algo, que yo traía una educación, un nivel, y ellos eran obreros, carpinteros, gente de no muchos estudios…y ellos me decían. Ellos me decían “Mire nosotros tenemos problemas con el lápiz y sabemos que usted nos puede ayudar”. Y claro, ahí escribía las cartas al alcalde, pidiendo un consultorio, una escuela… Bueno y con el tiem- po me fui dando cuenta de que no había caso. La municipalidad no quería nada con nosotros…nos decían “ustedes son particulares”, no son parte del Estado…entonces no teníamos nada que ver. Entonces yo les plantié que hiciéramos un consul- torio. Si ellos eran albañiles, sabían… Sebastián: ¿Usted le dice a la gente de la Junta de Vecinos, “hagamos un consultorio”? 26