Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 23

ORIGINALES: Historia de la Participación Social en Salud nosotros sacamos.” ¿Qué pasaba? Los sindicatos a las empresas les pedían plata, pedían 100 mil pe- sos y al club deportivo llegaban 10 mil pesos y los otros 90 eran vinachos y comida. Y para los compadres no más po. Entonces yo dije, no jue- go con los sindicatos, me hice asesorar, desde el gerente para abajo los incluí y los llamé un día do- mingo a reunión y les plantee que quería formar el CENDER: Centro de Deporte y Recreación, PROPA. “Ya pos”. Me dijeron. Me apoyaron Sebastián: Usted ya llevaba el nombre. Luis: Claro, lo llevaba, como la ORDEFIPA, en mi cabeza. “Pero ¿Qué es? Me decían. Organización Deportiva de Filiales Papeleras. Y qué es el CENDER: Centro de Deporte y Recreación, entran todos los deportes. Me dieron el dato por ahí de que Cultura era muy amplio. Y estamos hablando de tiempos de dictadura. La palabra cultura era muy amplia en esos años, por lo tanto nos dijeron “Sáquele la palabra cultura”. Yo dije “Ya po. CENDER. Centro de Deporte y Recreación. Sebastián: ¿Qué año fue esto? Luis: Estamos hablando del año 84. Ya había- mos pasado a ser filiales papeleras. Me manda a buscar la empresa y me dice “Ya sabemos lo que está haciendo así que tome esta tarjeta, ese es el abogado que lo va a asesorar para sacar la per- sonalidad jurídica porque nosotros, por ley, po- demos aportarle dinero si la organización cuanta con personalidad jurídica.” Así que me pusieron abogado, el señor Salgado y el me orientó y todo el asunto…hicimos los estatutos y trabajamos los dos solos. Y yo le transmitía a la gente, después en reuniones. Sacamos por el ministerio de justicia, sacamos como una corporación de derecho priva- do sin fines de lucro. Así empecé a aunar criterios. Llegó un momento que era como el Pinocho me decían, porque tenía todo el poder en mis manos. Todas las ramas tenían que pasar el pre- sidente y el tesorero. El tesorero era un contador, éramos socios de capitán a paje, desde el gerente hasta el último obrero. Cada socio ponía su parte y la empresa ponía el doble. Así que se juntaba dinero y eso había que distribuirlo. Cuento corto, que seguí y, un día, se me ocurrió hacer un curso de guitarra. Mis hijas me decían “Papá a donde nos puedes poner un curso de gui- tarra?” Ya les voy a contratar en la empresa una profesora de guitarra. Y en la sala de capacitación hacían clases de guitarra, y cuando se graduaron, antes del 8 de diciembre el gerente me dijo “Y por qué no tocan villancicos para fin de año?”. Se le extendió un mes más el contrato a la profesora. Villancicos. Eso fue el año 87. El 88 me dice el gerente, un alemán: “Fórmate un grupo folclóri- co, tenis las base y, agarray a los viejos, las esposas, los hijos, los primos.” Y así lo hice. Llegamos a ser uno de los mejores grupos en la sociedad de fo- mento fabril. Estábamos entre los siete mejores. Llegábamos siempre a la final. Después se hizo el encuentro en la papelera ganamos dos años segui- dos, porque hacíamos proyección folclórica. En la cual contraté… para que vean a quién contraté… a la hermana del Pato Torres, el actor, a la Marisol Torres que era la profesora de danza, y el esposo el Juan Vasquez, era el profesor de música. Primer día hizo un círculo grande en la sala de capacita- ción, y sacó a algunos de la sala, a los que no ser- vían. “Usted, usted y usted para fuera, no sirven” Y entre ellos iba yo. Quedé al final como director general, en el marketing. Avancé, estuve 12 años presidente y 6 años a cargo del grupo folclórico y me separé po. Me fui al Sur a administrar una panadería y ahí me quedé 3 años. Y ahí estaba a cargo de personal y, por cosas de la vida, tuve que devolverme y me reci- bieron de nuevo en PROPA. Sebastián: ¿Qué era PROPA? Luis: Productos de Papel, una filial de la pape- lera, ahora se desapareció en Santiago. Está en Chillan. Me recibieron me dijeron que iban a ven- der unas máquinas a los alemanes y ahí me fui con los alemanes y ahí seguí a cargo del personal… como delegado y llegué a administrar la fábrica. Primera vez que conozco a un alemán que se fa- rrió una empresa. Llegó a fines de febrero y nos dice “No tengo más plata, así que si quieren tra- bajar trabajen ustedes la empresa.” El vendedor conmigo pusimos dinero para empezar a echar a andar la fábrica. Él veía las ventas y yo veía las platas y el personal. Hasta que nos pilló el leasing. Me llamó un día y me dijo que el lunes le rema- taban las máquinas. Hasta ahí llegamos y salimos así. Salimos 0 pesos, sin nada. Y seguí avanzando y me quedé en un casino, de alimentos sector norte. Y a todo esto les quiero decir que mis estudios no los terminé. Yo llegué hasta 4to de humanidades, segundo medio de ahora. Pero llegué a administrar la empresa y el casino. Ahí me enfermé con los viajes a Santiago, el ajetreo. Salía 6 de la mañana de mi casa, 9 de Matte allá cerca de plaza Chacabuco. Estamos ha- blando de las micros amarillas, que se pegaban el pique de aquí hasta allá, y nos íbamos durmien- do. Llegaba a las 10 de la noche y eso me mató. Caí enfermo. Me detectaron la famosa diabetes. Y ahí me paso lo del Pato. Me agarró el consultorio. 21 Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (3): 15-28