ORIGINALES:
Historia de la Participación Social en Salud
nosotros sacamos.” ¿Qué pasaba? Los sindicatos
a las empresas les pedían plata, pedían 100 mil pe-
sos y al club deportivo llegaban 10 mil pesos y
los otros 90 eran vinachos y comida. Y para los
compadres no más po. Entonces yo dije, no jue-
go con los sindicatos, me hice asesorar, desde el
gerente para abajo los incluí y los llamé un día do-
mingo a reunión y les plantee que quería formar
el CENDER: Centro de Deporte y Recreación,
PROPA. “Ya pos”. Me dijeron. Me apoyaron
Sebastián: Usted ya llevaba el nombre.
Luis: Claro, lo llevaba, como la ORDEFIPA,
en mi cabeza. “Pero ¿Qué es? Me decían.
Organización Deportiva de Filiales Papeleras.
Y qué es el CENDER: Centro de Deporte y
Recreación, entran todos los deportes. Me dieron
el dato por ahí de que Cultura era muy amplio.
Y estamos hablando de tiempos de dictadura. La
palabra cultura era muy amplia en esos años, por
lo tanto nos dijeron “Sáquele la palabra cultura”.
Yo dije “Ya po. CENDER. Centro de Deporte y
Recreación.
Sebastián: ¿Qué año fue esto?
Luis: Estamos hablando del año 84. Ya había-
mos pasado a ser filiales papeleras. Me manda a
buscar la empresa y me dice “Ya sabemos lo que
está haciendo así que tome esta tarjeta, ese es el
abogado que lo va a asesorar para sacar la per-
sonalidad jurídica porque nosotros, por ley, po-
demos aportarle dinero si la organización cuanta
con personalidad jurídica.” Así que me pusieron
abogado, el señor Salgado y el me orientó y todo
el asunto…hicimos los estatutos y trabajamos los
dos solos. Y yo le transmitía a la gente, después en
reuniones. Sacamos por el ministerio de justicia,
sacamos como una corporación de derecho priva-
do sin fines de lucro. Así empecé a aunar criterios.
Llegó un momento que era como el Pinocho
me decían, porque tenía todo el poder en mis
manos. Todas las ramas tenían que pasar el pre-
sidente y el tesorero. El tesorero era un contador,
éramos socios de capitán a paje, desde el gerente
hasta el último obrero. Cada socio ponía su parte
y la empresa ponía el doble. Así que se juntaba
dinero y eso había que distribuirlo.
Cuento corto, que seguí y, un día, se me ocurrió
hacer un curso de guitarra. Mis hijas me decían
“Papá a donde nos puedes poner un curso de gui-
tarra?” Ya les voy a contratar en la empresa una
profesora de guitarra. Y en la sala de capacitación
hacían clases de guitarra, y cuando se graduaron,
antes del 8 de diciembre el gerente me dijo “Y por
qué no tocan villancicos para fin de año?”. Se le
extendió un mes más el contrato a la profesora.
Villancicos. Eso fue el año 87. El 88 me dice el
gerente, un alemán: “Fórmate un grupo folclóri-
co, tenis las base y, agarray a los viejos, las esposas,
los hijos, los primos.” Y así lo hice. Llegamos a ser
uno de los mejores grupos en la sociedad de fo-
mento fabril. Estábamos entre los siete mejores.
Llegábamos siempre a la final. Después se hizo el
encuentro en la papelera ganamos dos años segui-
dos, porque hacíamos proyección folclórica. En la
cual contraté… para que vean a quién contraté…
a la hermana del Pato Torres, el actor, a la Marisol
Torres que era la profesora de danza, y el esposo
el Juan Vasquez, era el profesor de música. Primer
día hizo un círculo grande en la sala de capacita-
ción, y sacó a algunos de la sala, a los que no ser-
vían. “Usted, usted y usted para fuera, no sirven”
Y entre ellos iba yo. Quedé al final como director
general, en el marketing.
Avancé, estuve 12 años presidente y 6 años a
cargo del grupo folclórico y me separé po. Me fui
al Sur a administrar una panadería y ahí me quedé
3 años. Y ahí estaba a cargo de personal y, por
cosas de la vida, tuve que devolverme y me reci-
bieron de nuevo en PROPA.
Sebastián: ¿Qué era PROPA?
Luis: Productos de Papel, una filial de la pape-
lera, ahora se desapareció en Santiago. Está en
Chillan. Me recibieron me dijeron que iban a ven-
der unas máquinas a los alemanes y ahí me fui con
los alemanes y ahí seguí a cargo del personal…
como delegado y llegué a administrar la fábrica.
Primera vez que conozco a un alemán que se fa-
rrió una empresa. Llegó a fines de febrero y nos
dice “No tengo más plata, así que si quieren tra-
bajar trabajen ustedes la empresa.” El vendedor
conmigo pusimos dinero para empezar a echar a
andar la fábrica. Él veía las ventas y yo veía las
platas y el personal. Hasta que nos pilló el leasing.
Me llamó un día y me dijo que el lunes le rema-
taban las máquinas. Hasta ahí llegamos y salimos
así. Salimos 0 pesos, sin nada.
Y seguí avanzando y me quedé en un casino, de
alimentos sector norte. Y a todo esto les quiero
decir que mis estudios no los terminé. Yo llegué
hasta 4to de humanidades, segundo medio de
ahora. Pero llegué a administrar la empresa y el
casino. Ahí me enfermé con los viajes a Santiago,
el ajetreo. Salía 6 de la mañana de mi casa, 9 de
Matte allá cerca de plaza Chacabuco. Estamos ha-
blando de las micros amarillas, que se pegaban el
pique de aquí hasta allá, y nos íbamos durmien-
do. Llegaba a las 10 de la noche y eso me mató.
Caí enfermo. Me detectaron la famosa diabetes. Y
ahí me paso lo del Pato. Me agarró el consultorio.
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Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (3): 15-28