Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 172

campo dedicado a los estudios de la conducta hu- mana. El resto de las enfermedades del cerebro debían seguir siendo diagnosticadas y tratadas por los neurólogos. El polo exclusionista es predominantemen- te dualista en su explicación. Es dualista por- que plantea una ontología contrapuesta entre el fenómeno biológico y el psicosocial. En el razonamiento exclusionista, existe un grupo de fenómenos que no tiene un correlato biológico, o simplemente no es necesario salir a buscarlo para elaborar un mecanismo explicativo. En otras palabras, existiría una gama de problemas huma- nos donde el correlato biológico no tiene nada que decir acerca del sufrimiento psicológico. Este dualismo impide, por defecto, el estableci- miento de un puente metodológico entre los tangibles y los intangibles, simplemente por- que no es necesario hacerlo. Por contrapartida, la postura de Szasz es secun- dariamente reduccionista, porque abre la po- sibilidad de que ciertos fenómenos conductuales, como la neurosífilis en el ejemplo, si puedan te- ner un mecanismo explicativo en base a procesos unicausales, pero estos debían ser abarcados por la neurología. La psiquiatría debía lidiar con los problemas del vivir. En la vereda de los reduccionistas, Engel menciona a Arnold M. Ludwig, con su posición llamada The Psychiatrist as Physician, donde éste realiza un llamamiento a que la psiquiatría adscri- biera firmemente al modelo biomédico, delimi- tando el campo psiquiátrico a las desviacio- nes conductuales que efectivamente fueran consecuencia de una disfunción neurológica. Para Ludwig, cualquier impresión sobre los ele- mentos intangibles, principalmente la conducta, que no tuviera una clara correspondencia con los elementos tangibles (disfunciones cerebrales) no correspondía efectivamente al ejercicio psiquiátri- co (10). Lo que está sucediendo no es realmente psiquiatría: el campo ha sido un batiburrillo de opiniones no científicas, variadas filosofías y “escuelas de pensamiento”, metáforas mezcladas, difusión de roles, propaganda y politiquería para la “salud mental” y otras metas esotéricas, todas en- tremezcladas con islas de práctica psiquiátrica responsable y sensata (10). En la vereda de los reduccionistas, representada por Ludwig, el panorama estaba bastante claro. Existiría, primero, una delimitación clara entre los tangibles y los intangibles para la psiquia- tría, los que eran las disfunciones cerebrales y las alteraciones conductuales observables, Becerra C. respectivamente. Es decir, es menos dualista que el pensamiento de Szasz, en el sentido de que es plausible establecer un puente metodológico entre los tangibles y los intangibles. Luego, el puente propuesto entre ambos fenómenos es completamente reduccionista, es decir, se basa en explicaciones unidireccionales entre lo tangi- ble y lo intangible. Esto se explicita en la posi- ción de Ludwig, quien aseveró que las disfuncio- nes cerebrales debían tener un origen explicativo neuroquímico o neurofisiológico por naturaleza (10). En consecuencia, en esta vereda, efectiva- mente existía un campo para la psiquiatría, pero este requería una mayor delimitación para no desdibujarse. LA VEREDA DE ENGEL Si la vereda del exclusionismo y del reduccionis- mo ya tenían una posición establecida, represen- tadas por Szasz y Ludwig, respectivamente; co- rrespondía a Engel la reformulación del modelo biomédico desde una posición inclusionista y no reduccionista, como una forma de establecer una contrapropuesta para ambas miradas. Primero, era necesario plantear una posición inclusiva que le hiciera frente al dualismo ex- clusionista, el que pretendía eliminar los elemen- tos no tangibles de la medicina y de la psiquia- tría. Desde el inicio del texto se ha declarado que Engel tenía, efectivamente, la postura de incluir los elementos no tangibles en la definición de en- fermedad. Desde su posición, esto constituía un desafío relevante, puesto que era necesario plan- tear los postulados que llevaran el objeto de es- tudio de la medicina desde un “cuerpo enfer- mo” hacia el de una “persona enferma”. Esto lo realizó en la diferenciación de los términos de “enfermedad” y “dolencia”, los que son puntua- dos con los términos en inglés, “disease” e “illness”, respectivamente. Desde este cambio de mirada, por lo tanto, “lo tangible” podía ser definido en términos bioquí- micos y “lo no-tangible” en términos psicosocia- les. Para ello, Engel realiza seis postulados prin- cipales en una propuesta comparativa entre dos patologías que pueden parecer contrapuestas, pero que presentarían un comportamiento similar en este nuevo modelo: diabetes y esquizofrenia. La inclusión de estas dos enfermedades no es ba- nal, y está en la médula de la propuesta inclusio- nista, ya que la diabetes se encontraba firmemente arraigada en el plano de “lo tangible” o biomé- dico; y la esquizofrenia, por otra parte, tenía su 170