campo dedicado a los estudios de la conducta hu-
mana. El resto de las enfermedades del cerebro
debían seguir siendo diagnosticadas y tratadas por
los neurólogos.
El polo exclusionista es predominantemen-
te dualista en su explicación. Es dualista por-
que plantea una ontología contrapuesta entre
el fenómeno biológico y el psicosocial. En el
razonamiento exclusionista, existe un grupo de
fenómenos que no tiene un correlato biológico,
o simplemente no es necesario salir a buscarlo
para elaborar un mecanismo explicativo. En otras
palabras, existiría una gama de problemas huma-
nos donde el correlato biológico no tiene nada
que decir acerca del sufrimiento psicológico. Este
dualismo impide, por defecto, el estableci-
miento de un puente metodológico entre los
tangibles y los intangibles, simplemente por-
que no es necesario hacerlo.
Por contrapartida, la postura de Szasz es secun-
dariamente reduccionista, porque abre la po-
sibilidad de que ciertos fenómenos conductuales,
como la neurosífilis en el ejemplo, si puedan te-
ner un mecanismo explicativo en base a procesos
unicausales, pero estos debían ser abarcados por
la neurología. La psiquiatría debía lidiar con los
problemas del vivir.
En la vereda de los reduccionistas, Engel
menciona a Arnold M. Ludwig, con su posición
llamada The Psychiatrist as Physician, donde éste
realiza un llamamiento a que la psiquiatría adscri-
biera firmemente al modelo biomédico, delimi-
tando el campo psiquiátrico a las desviacio-
nes conductuales que efectivamente fueran
consecuencia de una disfunción neurológica.
Para Ludwig, cualquier impresión sobre los ele-
mentos intangibles, principalmente la conducta,
que no tuviera una clara correspondencia con los
elementos tangibles (disfunciones cerebrales) no
correspondía efectivamente al ejercicio psiquiátri-
co (10).
Lo que está sucediendo no es realmente psiquiatría: el
campo ha sido un batiburrillo de opiniones no científicas,
variadas filosofías y “escuelas de pensamiento”, metáforas
mezcladas, difusión de roles, propaganda y politiquería
para la “salud mental” y otras metas esotéricas, todas en-
tremezcladas con islas de práctica psiquiátrica responsable
y sensata (10).
En la vereda de los reduccionistas, representada
por Ludwig, el panorama estaba bastante claro.
Existiría, primero, una delimitación clara entre
los tangibles y los intangibles para la psiquia-
tría, los que eran las disfunciones cerebrales y
las alteraciones conductuales observables,
Becerra C.
respectivamente. Es decir, es menos dualista que
el pensamiento de Szasz, en el sentido de que
es plausible establecer un puente metodológico
entre los tangibles y los intangibles. Luego, el
puente propuesto entre ambos fenómenos es
completamente reduccionista, es decir, se basa
en explicaciones unidireccionales entre lo tangi-
ble y lo intangible. Esto se explicita en la posi-
ción de Ludwig, quien aseveró que las disfuncio-
nes cerebrales debían tener un origen explicativo
neuroquímico o neurofisiológico por naturaleza
(10). En consecuencia, en esta vereda, efectiva-
mente existía un campo para la psiquiatría, pero
este requería una mayor delimitación para no
desdibujarse.
LA VEREDA DE ENGEL
Si la vereda del exclusionismo y del reduccionis-
mo ya tenían una posición establecida, represen-
tadas por Szasz y Ludwig, respectivamente; co-
rrespondía a Engel la reformulación del modelo
biomédico desde una posición inclusionista y no
reduccionista, como una forma de establecer una
contrapropuesta para ambas miradas.
Primero, era necesario plantear una posición
inclusiva que le hiciera frente al dualismo ex-
clusionista, el que pretendía eliminar los elemen-
tos no tangibles de la medicina y de la psiquia-
tría. Desde el inicio del texto se ha declarado que
Engel tenía, efectivamente, la postura de incluir
los elementos no tangibles en la definición de en-
fermedad. Desde su posición, esto constituía un
desafío relevante, puesto que era necesario plan-
tear los postulados que llevaran el objeto de es-
tudio de la medicina desde un “cuerpo enfer-
mo” hacia el de una “persona enferma”. Esto
lo realizó en la diferenciación de los términos de
“enfermedad” y “dolencia”, los que son puntua-
dos con los términos en inglés, “disease” e “illness”,
respectivamente.
Desde este cambio de mirada, por lo tanto, “lo
tangible” podía ser definido en términos bioquí-
micos y “lo no-tangible” en términos psicosocia-
les. Para ello, Engel realiza seis postulados prin-
cipales en una propuesta comparativa entre dos
patologías que pueden parecer contrapuestas,
pero que presentarían un comportamiento similar
en este nuevo modelo: diabetes y esquizofrenia.
La inclusión de estas dos enfermedades no es ba-
nal, y está en la médula de la propuesta inclusio-
nista, ya que la diabetes se encontraba firmemente
arraigada en el plano de “lo tangible” o biomé-
dico; y la esquizofrenia, por otra parte, tenía su
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