ORIGINALES:
Dossier Alma Ata
que en el constructivismo social, era una propie-
dad de los humanos, en esta nueva epistemolo-
gía era compartida entre humanos y no-humanos
(20). Los hechos científicos, que en el realismo
científico se mantenían separados de los valores,
en esta nueva epistemología estaban íntimamente
vinculados a ellos. Incluso, se hacía posible que la
ciencia produjera nuevas identidades y valoracio-
nes sociales 3 (19).
La biomedicina, desde esta nueva perspectiva,
no era reduccionista sino que altamente política
e indeterminada. Los procesos diagnósticos, por
ejemplo, eran considerados contingentes y fluc-
tuaban de acuerdo a las transformaciones de la
ciencia y la sociedad. Las actividades de la vida
cotidiana podían medicalizarse, como ha sucedido
con el envejecimiento y las variaciones del ánimo,
o desmedicalizarse, como ha sucedido con la ho-
mosexualidad y el parto (14).
Por otra parte, el cuidado ya no era entendido
en la clave humanista e interpersonal de la rela-
ción médico-paciente, sino que pasaba a formar
parte de una compleja red de aparatos técnicos,
medicamentos, conocimientos y emociones que
requerían ser adaptados y armonizados con la
vida cotidiana de las personas que solicitaban
nuestra ayuda (23, 24).
A modo de ejemplo, una consulta médica por
una enfermedad crónica como la diabetes mellitus
tipo 2, involucra el encuentro entre un médico y
un paciente, pero también máquinas de auto-mo-
nitoreo (glucómetro), exámenes de laboratorio,
instrumental (balanza, estetoscopio, esfigmoma-
nómetro, monofilamento, etcétera), sistemas de
registro electrónico, guías de práctica clínica, entre
otros, que en conjunto son armonizados con el
objetivo de dar una atención de alta calidad que
incorpore las preferencias de los pacientes y sus
familias 4 .
La medicina altamente especializada que criti-
caba Chan (9) no necesariamente “deshumaniza”,
sino que por el contrario, a través de artefactos y
prótesis, “humaniza” al derribar las barreras que
imponen las enfermedades y otorgar autonomía
a aquellos cuerpos que por uno u otro motivo la
han perdido (1). De lo contrario, no sería posi-
ble entender la reciente politización de las agru-
paciones de pacientes que tienen como principal
motivación lograr un acceso universal a las nuevas
técnicas biomédicas (13) o promover la investiga-
ción con el objetivo de buscar tratamiento a sus
enfermedades (25).
5.- Conclusión: ¿Cuál es el rol de la medici-
na familiar en el contexto de la biomedicina
contemporánea?
El debate entre la APS integral y selectiva es
un falso dilema, ya que hasta el día de hoy am-
bas perspectivas co-existen y, en muchos casos,
se potencian (11). Actualmente, la participación
social, propia de la APS integral, no queda limita-
da a las comunidades sino que también permea la
burocracia y las técnicas sanitarias a través de las
agrupaciones de pacientes (8). Por otra parte, los
paquetes de prestaciones evaluables y costeados,
propios de la APS selectiva, han logrado crear es-
tándares de tratamiento que sirven para coordinar
las actividades a lo largo de extensos territorios
(26). La biomedicina, técnica y burocrática, tam-
bién puede ser participativa y democrática (7).
Entonces, ¿Cuál es el rol de la medicina fami-
liar en el concierto actual de la biomedicina? A
mi parecer, es desarrollar la capacidad de valorar,
articular y armonizar las tecnologías valiosas con
la vida cotidiana de las personas. Esto no quiere
decir que caigamos en una “tecnofilia” que acepta
todas las innovaciones ni tampoco que olvidemos
la importancia del trato amable y competente,
sino que más bien actuemos de forma juiciosa y
colaborativa buscando el logro de una mayor au-
tonomía y bienestar en nuestros pacientes. Esto
significa, ser capaces de traducir e incorporar los
múltiples lenguajes de la biomedicina actual y de
coordinar prácticas cada vez más heterogéneas.
Como dice Annemarie Mol (24) el cuidado es
un proceso sin límites claros y con objetivos prag-
máticos, en el que participan los profesionales
de la salud, las máquinas, los medicamentos, los
cuerpos, los pacientes y sus familias.
REFERENCIAS
1. Allué. DisCapacitados. La reinvindica-
ción de la igualdad en la diferencia.. Barcelona,
España: Ediciones Bellaterra; 2003.
2. Armus. Cuando los enfermos hacen
huelga. Argentina, 1900-1940. Estudios sociales.
3 Si bien la agencia de los enfermos se describe en Latinoamérica desde inicios del siglo XX (2), durante la última década las
agrupaciones de pacientes han tomado un rol más activo en la representación pública de sus condiciones y en la exigencia de una
respuesta política al Estado. Un ejemplo desde esto en nuestro país fue la Ley Ricarte Soto.
4 Miguel Kottow (17) llama “arco terapéutico” a este descentramiento del acto médico. Su principal preocupación es que estas
mediaciones pueden llevar a una vinculación impersonal y deshumanizada entre pacientes, sistemas médicos y profesionales de
salud. Si bien es cierto lo que plantea, creo que la clave es promover un uso reflexivo y equilibrado de la técnica, que sea consciente
de sus límites y oportunidades. Evitar la fascinación tecnológica, pero también el arraigo heideggeriano por “El lugar” (21).
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Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (3): 163-166