Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 167

ORIGINALES: Dossier Alma Ata que en el constructivismo social, era una propie- dad de los humanos, en esta nueva epistemolo- gía era compartida entre humanos y no-humanos (20). Los hechos científicos, que en el realismo científico se mantenían separados de los valores, en esta nueva epistemología estaban íntimamente vinculados a ellos. Incluso, se hacía posible que la ciencia produjera nuevas identidades y valoracio- nes sociales 3 (19). La biomedicina, desde esta nueva perspectiva, no era reduccionista sino que altamente política e indeterminada. Los procesos diagnósticos, por ejemplo, eran considerados contingentes y fluc- tuaban de acuerdo a las transformaciones de la ciencia y la sociedad. Las actividades de la vida cotidiana podían medicalizarse, como ha sucedido con el envejecimiento y las variaciones del ánimo, o desmedicalizarse, como ha sucedido con la ho- mosexualidad y el parto (14). Por otra parte, el cuidado ya no era entendido en la clave humanista e interpersonal de la rela- ción médico-paciente, sino que pasaba a formar parte de una compleja red de aparatos técnicos, medicamentos, conocimientos y emociones que requerían ser adaptados y armonizados con la vida cotidiana de las personas que solicitaban nuestra ayuda (23, 24). A modo de ejemplo, una consulta médica por una enfermedad crónica como la diabetes mellitus tipo 2, involucra el encuentro entre un médico y un paciente, pero también máquinas de auto-mo- nitoreo (glucómetro), exámenes de laboratorio, instrumental (balanza, estetoscopio, esfigmoma- nómetro, monofilamento, etcétera), sistemas de registro electrónico, guías de práctica clínica, entre otros, que en conjunto son armonizados con el objetivo de dar una atención de alta calidad que incorpore las preferencias de los pacientes y sus familias 4 . La medicina altamente especializada que criti- caba Chan (9) no necesariamente “deshumaniza”, sino que por el contrario, a través de artefactos y prótesis, “humaniza” al derribar las barreras que imponen las enfermedades y otorgar autonomía a aquellos cuerpos que por uno u otro motivo la han perdido (1). De lo contrario, no sería posi- ble entender la reciente politización de las agru- paciones de pacientes que tienen como principal motivación lograr un acceso universal a las nuevas técnicas biomédicas (13) o promover la investiga- ción con el objetivo de buscar tratamiento a sus enfermedades (25). 5.- Conclusión: ¿Cuál es el rol de la medici- na familiar en el contexto de la biomedicina contemporánea? El debate entre la APS integral y selectiva es un falso dilema, ya que hasta el día de hoy am- bas perspectivas co-existen y, en muchos casos, se potencian (11). Actualmente, la participación social, propia de la APS integral, no queda limita- da a las comunidades sino que también permea la burocracia y las técnicas sanitarias a través de las agrupaciones de pacientes (8). Por otra parte, los paquetes de prestaciones evaluables y costeados, propios de la APS selectiva, han logrado crear es- tándares de tratamiento que sirven para coordinar las actividades a lo largo de extensos territorios (26). La biomedicina, técnica y burocrática, tam- bién puede ser participativa y democrática (7). Entonces, ¿Cuál es el rol de la medicina fami- liar en el concierto actual de la biomedicina? A mi parecer, es desarrollar la capacidad de valorar, articular y armonizar las tecnologías valiosas con la vida cotidiana de las personas. Esto no quiere decir que caigamos en una “tecnofilia” que acepta todas las innovaciones ni tampoco que olvidemos la importancia del trato amable y competente, sino que más bien actuemos de forma juiciosa y colaborativa buscando el logro de una mayor au- tonomía y bienestar en nuestros pacientes. Esto significa, ser capaces de traducir e incorporar los múltiples lenguajes de la biomedicina actual y de coordinar prácticas cada vez más heterogéneas. Como dice Annemarie Mol (24) el cuidado es un proceso sin límites claros y con objetivos prag- máticos, en el que participan los profesionales de la salud, las máquinas, los medicamentos, los cuerpos, los pacientes y sus familias. REFERENCIAS 1. Allué. DisCapacitados. La reinvindica- ción de la igualdad en la diferencia.. Barcelona, España: Ediciones Bellaterra; 2003. 2. Armus. Cuando los enfermos hacen huelga. Argentina, 1900-1940. Estudios sociales. 3  Si bien la agencia de los enfermos se describe en Latinoamérica desde inicios del siglo XX (2), durante la última década las agrupaciones de pacientes han tomado un rol más activo en la representación pública de sus condiciones y en la exigencia de una respuesta política al Estado. Un ejemplo desde esto en nuestro país fue la Ley Ricarte Soto. 4  Miguel Kottow (17) llama “arco terapéutico” a este descentramiento del acto médico. Su principal preocupación es que estas mediaciones pueden llevar a una vinculación impersonal y deshumanizada entre pacientes, sistemas médicos y profesionales de salud. Si bien es cierto lo que plantea, creo que la clave es promover un uso reflexivo y equilibrado de la técnica, que sea consciente de sus límites y oportunidades. Evitar la fascinación tecnológica, pero también el arraigo heideggeriano por “El lugar” (21). 165 Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (3): 163-166