Cuadernillo Kinetoscopio 2014 - I | Page 8

Y realmente pudo serlo, pero a Hoffmann, por motivos de supervivencia económica o creativa, le gustaba compaginar su caché de piedra angular para cierto cine indie y cineastas de culto como Paul Thomas Anderson, con el pienso de los blockbusters y películas de género necesitadas también de presencias curiosas que, en estas situaciones cargadas de estructuras de manual, destacasen sobre el drama y brindasen el recuerdo tierno, el del bonachón freak o el del villano quisquilloso, como en Twister (1996), Mi novia Polly (Along Came Polly, 2004), El dragón rojo (Red Dragon, 2002), Cold Mountain (2003), Misión imposible III (Mission: Impossible III, 2006), Los juegos del hambre: En llamas (The Hunger Games: Catching Fire, 2013). Se ha especulado con la posibilidad de que para las continuaciones de esta última saga Philip Seymour Hoffmann sea recreado digitalmente, como ya le sucedió a Lawrence Olivier, por mero capricho argumental y jugueteo tecnológico, en Capitán Sky y el mundo del mañana (2004). Significaría, amenazas al mundo interpretativo aparte, la superación definitiva de la muerte de un actor, o todo lo contrario, la imposibilidad y la negación del duelo y el inevitable olvido. Cuando el actor muere, la pena principal viene suscitada por la interrupción brusca y definitiva de sus obras, y la imposición del trabajo de memoria y nostalgia, al tener que revisar una y otra vez sus obras ya conocidas para reencontrarse con su talento. Dado los inexistentes lazos emocionales, salvo en casos fanáticos,la desaparición del artista de cualquier tipo deja un vacío de significado que ya sólo puede ser rellenado mediante el pasado o con obras que ya no tengan nada que ver con él. Cuando esto sucede tan repentinamente, todavía queda la ilusión de la vida, bien en las posibilidades digitales que [...] la imposición del trabajo de memoria y nostalgia, al tener que revisar una y otra vez sus obras ya conocidas para reencontrarse con su talento. 8 brinda la imitación cada vez más exacta de lo real, bien por esos estrenos pendientes – A most Wanted Man (2014), God’s Pocket (2014), la serie Happiyish – que harán las veces de reencuentro con un viejo amigo antes que con un fantasma, pues para cualquier espectador la entidad física y viviente del actor sólo ha sido percibida a través de la pantalla, de manera que las fronteras entre muerte y vida son del todo inexactas. Una tercera vida para Philip Seymour Hoffmann, entonces, después de la segunda que experimentó a raíz del salto de lo secundario a lo protagónico en aquellas películas de pedigrí en las que venía participando desde hacía una década. La riada de premios, coronada por el Oscar, que provocó Capote (2005) supondría una demanda cada vez mayor del intérprete en la primera fila, o incluso en la palestra de los secundarios e imponiendo esa presencia cada vez más alabada y percibida en círculos aficionados y especializados. La familia Savages (The Savages, 2007), Antes de que el diablo sepa que has muerto (Before the Devil Knows You’re Dead, 2007), La 9