hambre- y él llamó a la enfermedad delirio de negación pero ésta
heredó con los años el apellido de su descubridor. Las personas que
sufren el delirio o síndrome de Cotard niegan su propia existencia,
son excesivamente hipocondriacas y entre otros síntomas, manías
y embelecos desarrollan una visión muy distorsionada del mundo.
Parece una descripción bastante fiel del personaje de Synecdoche,
New York y es una broma macabra la de Charlie Kaufman el haber
bautizado a su personaje principal con este apellido.
Aunque Caden Cotard no está a merced de sus eufóricas erupciones
creativas; él intenta ordenar ese mundo distorsionado que percibe
a partir del micromundo que construye aunque el mundo real se
esté desmoronando –noten que paredes para afuera, la historia
de Charlie Kaufman es un apocalipsis- y al final entiende de qué
se trata todo: no es muerte, no es dolor, no es soledad ni enfermedad lo que busca abarcar con su obra, es la vida misma, cada
microscópico detalle, una vida en la que nadie es un extra. En una
de las escenas finales, Caden está a punto de acostarse con Hazel
–la mujer interpretada por Samantha Morton-, ambos en su vejez,
en el cuarto de una casa eternamente en llamas y ella dice: “El final
está construido en el principio”. Una verdad anhelada que opera
como uno de tantos acertijos sembrados por Kaufman a lo largo
del filme.
Hagamos el experimento de volver al principio de la película para
comprobar si este guionista jodidamente genial es consecuente con
lo que dice. En la conversación radial que Caden Cotard oye cuando
despierta en la primera secuencia, en el inicio de su otoño, una mujer recita este poema: “Quien no tenga una casa hoy, nunca la tendrá. Quien quiera estar solo, siempre estará solo. Estará sentado,
leerá, escribirá largas cartas hasta el atardecer y vagará por los bulevares de arriba abajo, agitadamente, mientras las hojas secas
caen”. De un modo alegórico esta es la historia de Caden Cotard
y además es la senda marcada para que Philip Seymour Hoffman
dejara su legado artístico. No fue su última película pero en esta
lo hizo todo y después murió. Es un hecho áspero pero es verídico.
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The Master -de Paul Thomas Anderson
El atormentado
muchaho de la Guerra
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