Cuadernillo Kinetoscopio 2014 - I | Page 28

Por Julián Cajas Ciudad de México, D.F., México The Savages -de Tamara Jenkins El hombre salvaje 28 Así como el amor es al odio lo que la admiración es a la envidia, o el silencio a la furia, de la misma manera el sol de Arizona es a un invierno en New York, aunque ambas cosas sean a la larga una abominación inherente a la clase media estadounidense, sobre todo si lo comprendemos a través de los avatares del héroe hoffmaniano, no precisamente salido de algún relato de E.T.A. Hoffmann, sino el muchas veces energúmeno, efusivo, profundamente desafortunado y desafortunadamente ya profundo en la fosa de los muertos, intérprete de rollizos personajes agobiados por el peso de su propia existencia. Philip Seymour Hoffman, salvaje solo como él pudo ser, una vez más. Jon Savage, catedrático universitario especializado en el teatro de Bertolt Brecht y por supuesto, dramaturgo frustrado, comparte el escenario con Wendy Savage, su casi tan frustrada hermana y con la que sostiene una rivalidad infantil, desdeñada más aún por la presencia de Lenny Savage, el patriarca que ha sido bendecido por la demencia en una progresiva y avasalladora decrepitud. Ellos tres componen la trinidad de The Savages (2007), el que hasta el momento es el último film de la cineasta estadounidense Tamara Jenkins. Las tribulaciones de los Savages, que obviamente las hay, comienzan cuando a Lenny, bellamente interpretado por Philip Bosco en las limitaciones de la vejez demasiado realista, deben encontrarle un nuevo hogar fuera de una Arizona más estrambótica que idílica, tras el deceso de su novia de muchos años. Es entonces cuando la tarea recae sobre Jon (Hoffman), quien quiere internarlo cuanto antes en el primer ancianato que lo reciba, y Wendy, encarnada por Laura Linney, un poco más compasiva y visceral, que simplemente busca un poco de dignidad \