no le gusta de él mismo y aprendiendo a hacer cosas nuevas, y en
el camino convertirse en mejor
persona. No se trata de un cambio superficial, de un nuevo traje que alguien se pone. Es una
transformación de algunos de
sus defectos y en esa tarea pone
todo su empeño, de manera
bastante conmovedora, pues
Jack es un hombre que conoce
sus limitaciones. Pero ésta no es
una película de autoayuda y de
milagros, esto es un drama de
seres imperfectos que no desean serlo tanto. La motivación
que Jack nunca había tenido antes la encuentra en el amor de
Connie, que ignora que ella es la
musa que inspira a ese hombre
para decidirse a ser mejor.
La película no se centra en
ellos, esta es una cinta coral.
Tan importante como esa pareja
es la que constituyen Clyde
(John Ortiz) y Lucy (Daphne
Rubin-Vega), cuyo apartamento
era el epicentro de la obra de
teatro y que acá se reserva para
todas las secuencias de clímax
del filme. Ambos sufren de tedio
conyugal, de celos, de remordimientos. No son el mejor ejemplo que Jack pueda tener de lo
que le espera si progresa su relación con Connie, pero son sus
mejores amigos y a ellos recurre
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siempre. Gracias a ambos está
tomando las clases que necesita
para superar sus debilidades.
Pero lo que Jack parece no darse
cuenta es que mientras él se ilusiona, Clyde y Lucy se desmoronan, carcomidos por dentro,
derrumbados por el enorme
peso que tienen los silencios,
dudas y resentimientos de los
que se han rodeado.
parece una
comedia de un hombre torpe
que no le teme al ridículo, pero
en realidad es un drama acerca
de cuatro seres que arrastran
diversos dolores y del modo en
que los afrontan: con resignación, con rabia, con locura,
con pasividad. Hay un especJack Goes Boating
La ópera prima de Philip Seymour Hoffman es una película
que no logra capturar al público
mediante la identificación con
los personajes. Sus protagonistas son distantes (es asombroso
lo poco que sabremos de ellos
al final del filme) y generan una
incómoda sensación de “extrañeza” antes que empatía. Uno
admira los esfuerzos de Jack
por superarse y cambiar, y ya
quisiera uno tener esa fuerza
de voluntad, pero hay una dosis
demasiado grande de patetismo
en el personaje como para sentirlo entrañable e inolvidable,
como ese Marty de la película
de Delbert Mann (cuyo guion
–y no es un detalle menor- lo
escribió Paddy Chayefsky) que
tantas ganas tiene de evocar en
la conciencia cinéfila.
Es probable que con otro tipo
de guion –quizá no originado
en una obra teatral- hubieran
brillado con más intensidad las
habilidades de este hombre para
estar al comando de una puesta
en escena, pero quiso tomar
una senda segura para empezar una probable carrera como
director que, sin embargo, solo
llegó hasta aquí. No sabremos
nunca hacia donde nos habría
conducido.
tro emocional muy grande aquí,
pero el único que hace algo por
y para sí mismo es Jack. Clyde y
Lucy caminan conscientemente
por un desfiladero afectivo y
moral que terminará arrastrándolos como pareja. Al final Jack
verá recompensados sus esfuerzos, independientemente
de que las cosas con Connie
prosperen o no. El cambio es
todo suyo. Para mejorar su vida.
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