CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 57
armas. Después de la inspección que corrió sin resultado, llevaron con ellos a mi
hermano mayor, Fritz, con 18 años de edad. Lo condujeron hasta detrás de una
cerca que dista unos 200 metros de nuestra casa. El vecino que también ya estaba
muerto, dijo, poco después, a mi padre, Artur Radler, que habían fusilado a mi
hermano. Ya habían sido fusilados otros alemanes.
El jefe de la Compañía de Gaz nos afirmó que los soldados polacos quitarían a
todos los muertos. Por eso, dejamos el cadáver de mi hermano en el lugar donde
se hallaba, hasta el lunes, de noche. Después fuimos obligados por los soldados
a enterrarlo. Mi padre nos contó que mi hermano había recibido un tiro en el
pecho.
El lunes, día 4 de septiembre, vinieron nuevamente soldados polacos, del bosque,
y esta vez muchos, un destacamento entero. Pidiendo de beber. Mi hermano de
16 años estaba en el patio. Los soldados habían venido acompañados de civiles.
Dijeron entonces los soldados a mi hermano que el más joven y el más viejo había
disparado sobre ellos. Cuando mi hermano respondió que él no había tirado, le
dieron con la culata y con el puño en la cabeza y el hombro. Atemorizado, mi
hermano huyó, buscando esconderse en las frambuesas. La le encontraron y lo
mataron con dos tiros, siendo uno en la cabeza.
Un cuarto de hora después mi padre vio decirnos que los soldados habían
colocado una granada en nuestra casa. Poco después, los soldados volvieron a
entrar en el patio, yendo mi padre al encuentro de ellos. Inmediatamente, los
soldados dispararon sobre mi padre. Lo golpearon al cuello. La bala saldrá por el
omoplato donde se veía una gran abertura, por donde saldrá también el pulmón.
Todavía no estaba muerto mi padre, todavía vivió 5 horas.
Nos prohibieron darles de beber y socorrerlo. Mi padre pidió a los soldados que
le dieran el tiro de gracia. Se rieron de él y le dijeron: "Puedes morir como un
animal". En eso la multitud se reía y gritaba. Finalmente, 5 horas después, un
soldado, al compadecerse de él, le dio el tiro de gracia en el frente. La bala era
también muy grande; que salió el cerebro de cabeza.
En la noche de lunes a martes todavía nos quedamos en nuestra casa. En el día
siguiente asentaron muchas piezas de artillería en la proximidad de nuestra casa.
Por miedo de que nos pasara algo, fuimos a la casa de nuestro vecino, Jhohann
Held. Este testigo todavía vive.