CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 125

62. Ante el hijo mutilado. "... en casi todos los cadáveres faltaban los dedos de los pies y de las manos". El testigo Bruno Siebert, obrero en Swierczewo, cerca de Posen, depuso bajo juramento: Yo mismo vi al hijo Helmut, de 16 años de edad, sólo cuando yacía ya en el féretro, en Schwersenz. El aspecto era indescriptible: el cuerpo presentaba 16 heridas penetrantes, producidas, probablemente, por una bayoneta. Falta casi todo el lado derecho de la cabeza; falta el ojo izquierdo; la nariz estaba aplastada. En medio de la frente, el cráneo estaba agujereado por una bala. Difícilmente habría reconocido a mi hijo en aquel estado, si no tuviera la lesión en la uña del pulgar derecho, y la camisa de deporte amarilla, las ceras y las medias no me permitieran identificarlo indudablemente. Debo mencionar que todas las partes golpeadas de mi hijo, estaban negras. Perdí los sentidos delante del horrible cuadro. Además del cadáver de mi hijo, vi más siete que habían sido enterrados en Falkowo, junto con Helmut. ¡Todos los cadáveres estaban horriblemente mutilados! En casi todos los cadáveres faltaban los dedos de los pies y de las manos. Casi todos los cadáveres tenían los vientres rasgados de manera que los intestinos colgaban hacia fuera. Recuerdo que, en uno, los ojos se hallaban arrancados. Las cabezas estaban todas muy hinchadas, pues habían sido aplastadas. Fuente: WR II. 63. 9 mujeres alemanas, asesinadas en Neutecklenburg. El testigo Karl Schmidt, herrero en Neutecklenburg, mun. Wreschen, depuso bajo juramento: El martes 5 de septiembre de 1939, tropas polacas pasaron, en su retirada del oeste, por nuestra aldea Neutecklenburg. El último destacamento de esa tropa - era infantería, pero no recuerdo el numero del regimiento – vi arrestar a otros 14 alemanes, llevándonos con ellos. Los soldados usaban gorra y llevaban carabinas. Los presos eran 9 mujeres y 6 hombres. Entre ellos se encontraba mi mujer, Bertha Schmidt, n. Grawunder; mi suegra Wilhelmine Grawunder, n. Beeke; mi cuñado Paul Grawunder y mi cuñada Else Grawunder. En el camino nos amenazaban con las culatas cuando no andábamos ligeros. Los