CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS | Page 121
estábamos dispuestos a abandonar nuestras propiedades, ni sabíamos dónde
encontraríamos refugio. En el momento, juntamos lo necesario para el caso, lo
llevamos en carrozas y nos ponemos en camino hacia Stanimin, ya encontramos
la infantería polaca que nos recibió. Nos mandaron bajar de los carros y nos
pusimos al lado.
Nos mandaron presentar nuestros documentos y nos sacaron todos los objetos
de valor que llevábamos. Tuvimos que formar en fila y levantar los brazos.
Aquellos que ya no pudieron mantener los brazos en esa posición, fueron
maltratados con puntapiés y bayonetadas.
Pasamos así media hora. A continuación, nos obligaron a ponernos junto a la
pared de un restaurante, mirando a la pared y teniendo los brazos levantados,
recostados a ésta. Nos quedamos, por lo tanto, alrededor de un cuarto de hora.
Tuvimos entonces que fueron en columna de filas de cuatro, siendo conducidos
a Dabrowa-Biskupia, donde llegamos a la puesta del sol. Enfilar, de nuevo, de
brazos erguidos, nos hizo parar, al borde del camino, otro cuarto de hora, y bajo
los mismos malos tratos, patadas y bayonetas. Yo era el cuarto del a la izquierda.
Observé cómo, a nuestra derecha, un teniente estaba conversando con un
soldado.
Este llegó a nosotros, dando al alemán que estaba en el extremo izquierdo de la
fila, orden de dar vuelta entera e ir al campo, donde puede bajar los brazos. El
soldado fue detrás y cuando el alemán estaba unos 20 a 30 pasos dentro del
campo, el soldado levantó la carabina, dándole, por detrás, un tiro.
El alemán cayó, y el soldado, acercándose a él, le dio otro tiro en la cabeza. El
soldado regresó, matando el segundo y el tercero del mismo modo. Cuando,
enseguida tocó mi vez, el soldado llamó al mismo tiempo a mi vecino porque, a
lo que me parece, no le gustaba perder mucho tiempo.
Detrás de mi vecino fue, entonces, un segundo soldado. Después de haber dado
unos 20 a 30 pasos dentro del campo, fui herido en la espalda por un disparo,
que me atravesó el pecho. Caí al suelo, con los brazos extendidos hacia adelante.
El soldado queriendo darme otro tiro en la cabeza, se dejó engañar por mi gorra
que en mi caída se desplace demasiado hacia el lado izquierdo, de manera que
el proyectil pasó entre la cabeza y la gorra, raspándome, apenas levemente.