CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA crimenes_polacos | Page 69

38. 20 populares alemanes, muertos a tiros, en Jaegerhof. Asesinato de
Koebke, Schroeder y otros. Bromberg, 20 de septiembre de 1939. Regalos: promotor público Bengsch, encargado de la investigación. Funcionario de justicia, Kraus, como escribano: En el acto de investigación contra Gniewkowski, acusado de homicidio, comparece, debidamente intimidad, el testigo viuda Anna Koebke, n. De la Universidad de Harvard. Okopowa, 1; nacida el 2 de juli o de 1882 en Susannental, mun. Rosenberg, y, convenientemente informada sobre el asunto del interrogatorio, expli ca:
Cuando nosotros: mi marido, mi hija, mi hijo y yo, oímos, el domingo 3 de septiembre del presente año, que todos los alemanes serían masacrados, fuimos a refugiarnos en el sótano de nuestro vecino Schroeder, cerrando la entrada. Por las 12 horas vio gran multitud de soldados y civiles que golpearon la puerta, echaron granadas de mano y dispararon por las ventanas. Mi hija resultó herida en la c a dera. Yo fui la primera en huir del sótano, corriendo al jardín. Al salir del sótano y toda llena de terror, no reconocí a nadie de la multitud, a no ser nuestro vecino, el albañil Klimczak que intentó sostenerme, gritando que yo era alemana y debía ser golpeada hasta morir. Consegui soltarme de las manos de Klimczak y alcanzar el jardín.
Después de alrededor de un cuarto de hora, fui a la familia Gorny( zapatero polaco) que vivía cerca de nuestra casa, con la es peranza de, tal vez, encontrar protección. La pareja Gorny y otras personas allí presentes y que no conocía, me insultaron y escupieron en mí. Vino después los soldados que me llevaron, conduciéndome a un bosque donde ya se hallaban cerca de 20 alemanes. Luego nos llevaron de un lugar a otro, nos dieron con las culatas. Seríamos fusilados en Schleusenau, hasta donde nos acompañó gran multitud de civiles polacos, mujeres, menores y hombres, exigiendo nuestra muerte y golpeandonos con hachas y garrotes. Estaba entre ellos el carnicero Gniewkowski, mi conocido, y un tal Paschke de Schleusenau. Los oí varias veces gritar con la multitud que en los alemanes debíamos ser muertos a golpes o a tiros. Ignoro, si Gniewkowski o Paschke se hallaban armados de hachas o garrotes. En los populares alemanes, cerca de 20 hombres y yo como única mujer- fuimos, después, en fila junto a un terraplén en Schleusenau. Todos los hombres alemanes fueron fusilados por los soldados y los ferroviarios, en presencia de la multitud en que se hallaba todavía Gniewkowski y Paschke. Me desmayé, cayendo a la tierra, siendo luego, suelta por orden de un oficial. Al estar ya retirándome, la multitud polaca me obligó a volver a ver, uno por uno, los cadáveres y dar " vivas " a Polonia.
Entre los veinte hombres asesinados se encontraban: Arthur Gehrke de Jaegerhof, un tal Hans Bolowski de Jaegerhof, Horst Stuwe de Stoeckmann de Jaegerhof, un tal Redel de Jaegerhof, um gimnasta Mielwitz de Jaergerhof, um propietario Trojahn de Jaegerhof. De las personas que se habían quedado en el sótano de Shroeder fuero n muertos a tiros( según yo supe después) las siguientes, al intentar huir del sótano: