CRÍMENES POLACOS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA-EDICIÓN MEJORADA ATROCIDADES POLACAS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS | Page 170
82. Como el pastor Rudolph, de Graetz, fue asesinado con un tiro por la espalda.
El testigo Karl Hirt, carnicero en Opalenitza, depuso bajo juramento:
En la jefatura de la policía de Schlossenz ya había otros populares alemanes, y
con cerca de 20 de ellos fui esposado y embarcado en una carroca. Acompañaron
la carroza dos ulanos del ejército polaco. Fuimos primero a Iwno, donde
llegamos. En la madrugada, a una propiedad, donde se encontraban soldados
polacos (caballería). A lo que me parece eran ulanos de la región de Lemberg.
Cuando penetramos más en el bosque, sacaron de la carroza dos jovenes,
diciendo que los necesitaban para limpiar calderas.
No habían llegado a un claro en el bosque, oí tres disparos. Más tarde, al hacernos
la exhumación de los cadáveres, constatamos que ellos tenían tiros en el pecho
y que habían sido golpeados con las culatas. Después de asesinar a los dos
compañeros que se llamaban Kelm y Duesterhoeft, nuestra carroza prosiguió
unos cuatro kilómetros.
Cuando alcanzamos el último bosque antes de Gnesen, sacaron de la carroca al
pastor Graentz, el cerrajero Frintz Guelde, el labrador Krok de Buk, un muchacho
de 16 años de Zabikowo y otros dos compañeros. Ellos también fueron fusilados,
por los ulanos, en el bosque y asesinados con tiros por la espalda, sin el mínimo
motivo y sin razón. Yo hice la observación: "¡Porque están haciendo eso, matar
hombres inocentes!". Alo que me respondieron, que me callara, que, si no, yo
tendría la misma suerte.
Fuente: W R II
83. Como fue maltratado el pastor Kienitz, de Czempin.
El testigo Herbert Leitlauf, labrador en Czempin, municipio de Kosten, depuso
bajo juramento:
En la marcha de Schrimm hasta Schroda, nuestro pastor Kienitz le dieron
culatazos tan fuertes que cayó al suelo. Con otros culatazos le hicieron levantarse
y continuar la marcha. En Schroda, en el patio de una prisión, nos hicieron sentar
con las piernas extendidas, viniendo los soldados a maltratarnos, de uno a uno
culatazos y golpes. El pastor Kienitz tuvo que sufrir, los malos tratos que le infligió
un alférez polaco. Preguntando cuántos años vivía en Polonia, respondió: 21
años, al que el alferes le dio 21 patadas en la cara. Después le dieron culatazos
en el pecho y en la espalda, de suerte que se tambaleó de un lado a otro. Cuando