CRÍMENES POLACOS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA-EDICIÓN MEJORADA ATROCIDADES POLACAS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS | Page 168

El primer soldado entró, entonces, por los rincones de la casa, donde encontró al Dr. Kirchhoff que, advertido por el ruido, salía del cuarto de dormir. El Dr. Kirchhoff traia, sólo, camisa, pantalón y zapatos. Hablando en polaco, el soldado mandó al Dr. Kirchhoff levantar los brazos. En el estado de excitación en que se hallaba el Dr. Kirchhoff, no entendió enseguida lo que el soldado quería. Le advertí que debía levantar los brazos. Con el revolver señalado sobre él, lo revisaron. Nuestra camarera, Martha Volgel, entregó al Dr. Kirchhoff una bolsa conteniendo algunas piezas de ropa que ya se hallaba lista porque el Dr. Kirchhoff había contado con el internamiento. El Dr. Kirchhoff, gravemente herido en la última guerra y portador de prótesis, del lado derecho, pidió un bastón. Cuando el soldado prohibió llevar el bastón, el Dr. Kirchhoff llamó la atención de él para el hecho de que sin bastón no podía caminar. El soldado respondió que, entonces, sería transportado. Nada más subimos sobre la suerte que llevó al Dr. Kirchhoff, desde que fue deportado junto con el inspector Schulz, hasta que el domingo, 10-9-1939, llegaron Albert y Fritz Vogt de Kraehen, contándonos que en Malachowo, se habían descubierto cadáveres, entre ellos uno con prótesis, pudiendo reconocer a éste, ser el del Dr. Kirchhoff. La madre del Dr. Kirchhoff, señora de 71 años de edad, que vive en esta misma casa, identifica el cadáver Malachowo, que se encuentra a una distancia de 20 a 25 km. La encontramos, a unos 30 metros de la escolta, cuatro cadáveres que habían sido exhumados el día anterior, pero que se hallaban levemente cubiertos de tierra. Reconocemos el cadáver del Dr. Kirchhoff por la prótesis, la camisa y la corbata. La camisa aún estaba en el cuerpo, faltaba, sin embargo, los pantalones. El cadáver estaba horriblemente mutilado, los dos brazos fracturados, la lengua arrancada de la boca, el craneo aplastado, en la nuca vestigios de graves culatazos. Estaba castrado. El inspector Schulz tenía, en la cuenca, una bayoneta; la lengua estaba arrancada, la cabeza aplastada, y en ésta y en todo el cuerpo tenía vestigios de culatazos. La administradora Gertrud Hensel de Smirowo identificó los dos restantes cadáveres que estaban también todos deformados. El del labrador Walter Ehmann de Smirowo tenía la cabeza aplastada, la lengua arrancada y un ojo fuera de la orbita. La cabeza del cadáver de su empleado Stelzer, hombre de 65 años de edad, estaba completamente aplastada, la lengua arrancada y todo el cuerpo cubierto de vestigios de culatazos.