CRÍMENES POLACOS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA-EDICIÓN MEJORADA ATROCIDADES POLACAS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS | Page 165

para despojarnos de todo lo que llevábamos. A mí, por ejemplo, me sacaron 175 zloty y todo lo que traía conmigo. A algunos hasta el despojo tardó cerca de dos horas. Luego nos pusieron de nuevo en marcha, esta vez para un cementerio alemán donde seríamos fusilados. El camino pasó a través de un terreno arado. Un compañero que perdió la calma, intentó huir, siendo alcanzado por unos tiros que lo mataron. Cuando llagamos a una parroquia, juzgábamos llegada a nuestra hora de muerte. Nos llevaron a la propiedad de un labrador, donde nos revisaron de nuevo. Lo que aún quedaba en nuestro poder, la primera vez, lo sacaron ahora. Atravesamos, después, la parroquia en que había muchos soldados polacos, que chocaron, gritaban y maldice. Otro grupo que pasó cerca de los baleados, con ametralladoras y fusiles, por los soldados. De ese grupo, se unieron al nuestro, unos siete u ocho hombres, después del tiroteo. Media hora después, iniciamos la marcha hacia Kolo. Fue un verdadero camino de la muerte. El jefe de nuestra clase era una polaca, de sexo femenino. Debo mi salvación, sólo, la circunstancia de encontrarme en la segunda fila del frente justo detrás de nuestra vanguardia formada por mujeres. En esta marcha murió también el propietario Hoffmann-Waldau. Llegamos a Kolo por las 10 de la noche, siendo encarcelados en la comisaria. En un cubículo quedaron apiñados 28 hombres. El constructor Bergmann de Schmiegel, deseo añadir, fue, en esta marcha de la muerte, herido gravemente en el antebrazo, quedando el hueso aplastado. No obstante, de la grave lesión, continuó marchando hasta la tarde del sábado; eran tres días y medio. En esa tarde del sábado, fuimos liberados por las tropas alemanas, ocasión en que el compañero Bergmann recibió curativos por primera vez. De Kolo seguimos, el 13 de septiembre de 1939, de la mañana, hacia Klodawa. De ahí, tuvimos que sufrir también bajo los ataques aéreos contra las tropas polacas. La población y la soldadesca se volvían cada vez más furiosa. Fuimos, finalmente, internados, en una gran propiedad, además de Kutno. Ahi fuimos agredidos por soldados polacos, fuimos maltratados con látigos y obligados a hacer carreras. De Kutno seguimos hacia Lowitsch, donde alcanzamos el perímetro a las 6 de la mañana. Tuvimos que retroceder unos 7 kilómetros, debido a los furiosos ataques aéreos, y nos quedamos en un pequeño granero. Cuando, ahí, también arrojaron bombas, nos retiramos a otra aldea. En esa marcha, se fue dispersando