3 | P ági na
Para empezar, la planificación deportiva, lo lleva implícito el
nombre, debería ser competencia de un especialista en la materia, una
figura inexistente en el Real Madrid porque es Florentino quien compra y
vende cromos. El pasado verano, y sin que haya quedado muy claro ese
asunto, se fue sin pena ni gloria Cristiano Ronaldo por un puñado de
millones y no llegó nadie. Entiéndase ese nadie,
pues Odriozola o Mariano no son jugadores del mismo escalafón.
Con una corriente hasta cierto punto pasiva, el pueblo aceptó que se
suplirían los goles del portugués con el despertar de Benzema, Bale y
Asensio, y todos tan felices hasta que llegaron las primeras curvas. No se
fichó a un delantero en condiciones, a un delantero pata negra de verdad, y
el Real Madrid encadenó cientos de minutos en blanco, un récord
sonrojante. Alguien pensó en que Benzema sería, por arte de magia, un
goleador nato y que Bale, imposible de descifrar este muchacho, era el
líder natural de este conjunto. Agua, ni una cosa ni la otra. Los dos, por
cierto, son de los chicos preferidos del presidente.
Florentino Pérez, con José Ángel Sánchez, es el padre de este lustro
de alegría, aunque también lleva la firma en el estrépito de esta temporada,
por algo este club es tan presidencialista. Julen Lopetegui, con el
beneplácito de Sergio Ramos y el resto de internacionales españoles,
nunca fue una opción que entusiasmara, ni a las corbatas ni a la propia
afición, y lo peor del tema es que su defunción en el banquillo se daba casi
por hecha antes de empezar. 139 días después, Lopetegui cobraba su
segundo finiquito al caer 5-1 en el clásico con un comunicado hiriente y
muy agresivo, un ajuste de cuentas extraño. Por cierto, contó el vasco hace
unos días que Florentino Pérez nunca le comunicó a la cara que estaba en
la calle, un dato a tener en cuenta y más después de la trascendencia
mundial de su contratación.
Se parcheó con Solari, al que se renovó después de victorias
obligatorias ante Melillas y demás, y tampoco el argentino ha salido bien.
En marzo, al equipo se le presenta un final de curso deprimente y
larguísimo, y no vale comprar la moto del subcampeonato liguero. Que
esto es el Real Madrid, por favor.
Toca, sabiendo Europa de sus necesidades, buscar entrenador y
rastrear un mercado al que no se acude desde hace tiempo, no al menos
para comprar figuras. Lo primero, y puede que lo más importante, será