CRIMEN Y CASTIGO crimen y castigo | Page 86

La has engatusado. Y, al decir esto, la sirvienta sonreía maliciosamente. Debes echar el azúcar en el té en vez de beberlo así, Nastasia Nikiphorovna. ¡Oye, mal educado! replicó Nastasia. Pero en seguida se echó a reír de buena gana. Cuando se hubo calmado continuó : Soy Petrovna y no Nikiphorovna. Lo tendré presente... Pues bien, amigo Rodia, dicho en dos palabras, yo me propuse cortar de cuajo, utilizando medios heroicos, cuantos prejuicios existían acerca de mi persona, pues es el caso que Pachenka tuvo conocimiento de mis veleidades... Por eso no esperaba que fuese tan... complaciente. ¿Qué opinas tú de todo esto? Raskolnikof no contestó: se limitó a seguir fijando en él una mirada llena de angustia. Sí, está incluso demasiado bien informada dijo Rasumikhine, sin que le afectara el silencio de Raskolnikof y como si asintiera a una respuesta de su amigo . Conoce todos los detalles. ¡Qué frescura! exclamó Nastasia, que se retorcía de risa oyendo las genialidades de Rasumikhine. El mal está, querido Rodia, en que desde el principio seguiste una conducta equivocada. Procediste con ella con gran torpeza. Esa mujer tiene un carácter lleno de imprevistos. En fin, ya hablaremos de esto en mejor ocasión. Pero es incomprensible que hayas llegado a obligarla a retirarte la comida... ¿Y qué decir del pagaré? Sólo no estando en te juicio pudiste firmarlo. ¡Y ese proyecto de matrimonio con Natalia Egorovna...! Ya ves que estoy al corriente de todo... Pero advierto que estoy tocando un punto delicado... Perdóname; soy un asno... Y, ya que hablamos de esto, ¿no opinas que Prascovia Pavlovna es menos necia de lo que parece a primera vista? Sí respondió Raskolnikof entre dientes y volviendo la cabeza, pues había comprendido que era más prudente dar la impresión de que aceptaba el diálogo. ¿Verdad que sí? exclamó Rasumikhine, feliz ante el hecho de que Raskolnikof le hubiera contestado . Pero esto no quiere decir que sea inteligente. No, ni mucho menos. Tiene un carácter verdaderamente raro. A mí me desorienta a veces, palabra. No cabe duda de que ya ha cumplido los cuarenta, y dice que tiene treinta y seis, aunque bien es verdad que su aspecto autoriza el embuste. Por lo demás, te juro que yo sólo puedo juzgarla desde un punto de vista intelectual, puramente metafísico, por decirlo así. Pues nuestras relaciones son las más singulares del mundo. Yo no las comprendo... En fin, volvamos a nuestro asunto. Cuando ella vio que dejabas la universidad, que no dabas lecciones, que ibas mal vestido, y, por otra parte, cuando ya no te pudo considerar como persona de la familia, puesto que su hija había muerto, la inquietud se apoderó de ella. Y tú, para acabar de echarlo a perder, empezaste a vivir retirado en tu rincón. Entonces ella decidió que te fueras de su casa. Ya hacía tiempo que esta idea rondaba su imaginación. Y te hizo firmar ese pagaré que, según le aseguraste, pagaría tu madre... Esto fue una vileza mía declaró Raskolnikof con voz clara y vibrante . Mi madre está poco menos que en la miseria. Mentí para que siguiera dándome habitación y comida. Es un proceder muy razonable. Lo que te echó todo a perder fue la conducta del señor Tchebarof, consejero y hombre de negocios. Sin su intervención, Pachenka no habría dado ningún paso contra ti: es demasiado tímida para eso.   85