bastante villano y perfectamente inexplicable, así como tu reciente conducta
con tu madre y con tu hermana. ¿Qué hombre lo haría, Tu madre está muy
enferma desde ayer. Quería verte, y aunque e que no sea un monstruo, un
canalla o un loco se habría portado con ellas como te has portado tú? En
consecuencia, tú estás loco.
¿Cuándo las has visto?
Hace un rato. ¿Y tú? ¿Desde cuándo no las has visto? Dime, te lo ruego:
¿dónde has pasado el día? He estado tres veces aquí y no he conseguido
verte. tu hermana ha hecho todo lo posible por retenerla, ella no ha querido
escucharla. Ha dicho que si estabas enfermo, si perdías la razón, sólo tu madre
podía venir en tu ayuda. Por lo tanto, nos hemos venido hacia aquí los tres,
pues, como comprenderás, no podíamos dejarla venir sola, y por el camino no
hemos cesado de tratar de calmarla. Cuando hemos llegado aquí, tú no
estabas. Mira, aquí se ha sentado, y sentada ha estado diez minutos, mientras
nosotros permanecíamos de pie ante ella. Al fin se ha levantado y ha dicho: «
Si sale, no puede estar enfermo. La razón es que me ha olvidado. No me
parece bien que una madre vaya a buscar a su hijo para mendigar sus
caricias.» Cuando ha vuelto a su casa, ha tenido que acostarse. Ahora tiene
fiebre. «Para su amiga sí que tiene tiempo», ha dicho. Se refería a Sonia
Simonovna, de la que supone que es tu prometida o tu amante. No sabe si es
una cosa a otra, y como yo tampoco lo sé, amigo mío, y deseaba salir de
dudas, he ido en seguida a casa de esa joven... Al entrar, veo un ataúd, niños
que lloran y a Sonia Simonovna probándoles vestidos de luto. Tú no estabas
allí. Después de buscarte con los ojos, me he excusado, he salido y he ido a
contar a Avdotia Romanovna los resultados de mis pesquisas. O sea que las
suposiciones de tu madre han resultado inexactas, y puesto que no se trata de
una aventura amorosa, la hipótesis más plausible es la de la locura. Pero ahora
te encuentro comiendo con tanta avidez como si llevaras tres días en ayunas.
Verdad es que los locos también comen, y que, además, no me has dicho ni
una palabra; pero estoy seguro de que no estás loco. Eso es para mí tan
indiscutible, que lo juraría a ojos cerrados. Así, que el diablo se os lleve a
todos. Aquí hay un misterio, un secreto, y no estoy dispuesto a romperme la
cabeza para resolver este enigma. Sólo he venido aquí terminó, levantándose
para decirte lo que te he dicho y descargar mi conciencia. Ahora ya sé lo que
tengo que hacer.
¿Qué vas a hacer?
¡A ti qué te importa!
Vas a beber. Lleva cuidado.
¿Cómo lo has adivinado?
No es nada difícil.
Rasumikhine permaneció un momento en silencio.
Tú eres muy inteligente y nunca has estado loco exclamó con vehemencia .
Has dado en el clavo. Me voy a beber. Adiós.
Y dio un paso hacia la puerta.
Hablé de ti a mi hermana, Rasumikhine. Me parece que fue anteayer.
Rasumikhine se detuvo.
¿De mí? ¿Dónde la viste?
Había palidecido ligeramente, y bastaba mirarle para comprender que su
corazón había empezado a latir con violencia.
Vino a verme. Se sentó ahí y estuvo hablando conmigo.
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