No se vaya, Piotr Petrovitch dijo Dunia . Usted tenía la intención de
dedicarnos la velada. Además, usted ha dicho en su carta que desea tener una
explicación con mi madre.
Eso es muy cierto, Avdotia Romanovna dijo Lujine con acento solemne.
Se volvió a sentar, pero conservando el sombrero en sus manos, y continuó:
En efecto, desearía aclarar con su madre y con usted ciertos puntos de gran
importancia. Pero, del mismo modo que su hermano no quiere exponer ante mí
las proposiciones del señor Svidrigailof, yo no puedo ni quiero hablar ante
terceros de esos puntos de extrema gravedad. Por otra parte, ustedes no han
tenido en cuenta el deseo que tan formalmente les he expuesto en mi carta.
Al llegar a este punto se detuvo con un gesto de dignidad y amargura.
He sido exclusivamente yo la que ha decidido que no se tuviera en cuenta su
deseo de que mi hermano no asistiera a esta reunión dijo Dunia . Usted nos
dice en su carta que él le ha insultado, y yo creo que hay que poner en claro
esta acusación lo antes posible, con objeto de reconciliarlos. Si Rodia le ha
ofendido realmente, debe excusarse y lo hará.
Al oír estas palabras, Piotr Petrovitch se creció.
Las ofensas que he recibido, Avdotia Romanovna, son de las que no se
pueden olvidar, por mucho empeño que uno ponga en ello. En todas las cosas
hay un límite que no se debe franquear, pues, una vez al otro lado, la vuelta
atrás es imposible.
Usted no ha comprendido mi intención, Piotr Petrovitch replicó Dunia, con
cierta impaciencia . Entiéndame. Todo nuestro porvenir depende de la
inmediata respuesta de esta pregunta: ¿pueden arreglarse las cosas o no se
pueden arreglar? He de decirle con toda franqueza que no puedo considerar la
cuestión de otro modo y que, si siente usted algún afecto por mi, debe
comprender que es preciso que este asunto quede resuelto hoy mismo, por
difícil que ello pueda parecer.
Me sorprende, Avdotia Romanovna, que plantee usted la cuestión en esos
términos dijo Lujine con irritación creciente . Yo puedo apreciarla y amarla,
aunque no quiera a algún miembro de su familia. Yo aspiro a la felicidad de
obtener su mano, pero no puedo comprometerme a aceptar deberes que son
incompatibles con mi...
Deseche esa vana susceptibilidad, Piotr Petrovitch le interrumpió Dunia con
voz algo agitada y muéstrese como el hombre inteligente y noble que siempre
he visto y que deseo seguir viendo en usted. Le he hecho una promesa de gran
importancia: soy su prometida. Confíe en mí en este asunto y créame capaz de
ser imparcial en mi fallo. El papel de árbitro que me atribuyo debe sorprender a
mi hermano tanto como a usted. Cuando hoy, después de recibir su carta, he
rogado insistentemente a Rodia que viniera a esta reunión, no le he dicho ni
una palabra acerca de mis intenciones. Comprenda que si ustedes se niegan a
reconciliarse, me veré obligada a elegir entre usted y él, ya que han llevado la
cuestión a este extremo. Y ni quiero ni debo equivocarme en la elección.
Acceder a los deseos de usted significa romper con mi hermano, y si escucho a
mi hermano, tendré que reñir con usted. Por lo tanto, necesito y tengo derecho
a conocer con toda exactitud los sentimientos que inspiro tanto a usted como a
él. Quiero saber si Rodia es un verdadero hermano para mí, y si usted me
aprecia ahora y sabrá amarme más adelante como marido.
Sus palabras, Avdotia Romanovna repuso Lujine, herido en su amor propio ,
son sumamente significativas. E incluso me atrevo a decir que me hieren,
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