¿Conoce usted los detalles?
Los detalles, no, pero este asunto me interesa por la cuestión general que
plantea. Dejemos a un lado el aumento incesante de la criminalidad durante los
últimos cinco años en las clases bajas. No hablemos tampoco de la sucesión
ininterrumpida de incendios provocados y actos de pillaje. Lo que me asombra
es que la criminalidad crezca de modo parecido en las clases superiores. Un
día nos enteramos de que un ex estudiante ha asaltado el coche de correos en
la carretera. Otro, que hombres cuya posición los sitúa en las altas esferas
fabrican moneda falsa. En Moscú se descubre una banda de falsificadores de
billetes de la lotería, uno de cuyos jefes era un profesor de historia universal.
Además, se da muerte a un secretario de embajada por una oscura cuestión de
dinero... Si la vieja usurera ha sido asesinada por un hombre de la clase media
(los mujiks no tienen el hábito de empeñar joyas), ¿cómo explicar este
relajamiento moral en la clase más culta de nuestra ciudad?
Los fenómenos económicos han producido transformaciones que... comenzó
a decir Zosimof.
¿Cómo explicarlo? le interrumpió Rasumikhine . Pues precisamente por esa
falta de actividad razonada.
¿Qué quiere usted decir?
¿Qué respondió ese profesor de historia universal cuando le interrogaron?
«Cada cual se enriquece a su modo. Yo también he querido enriquecerme Lo
más rápidamente posible.» No recuerdo las palabras que empleó, pero sé que
quiso decir «ganar dinero rápidamente y sin esfuerzo». El hombre se
acostumbra a vivir sin esfuerzo, a andar por el camino llano, a que le pongan la
comida en la boca. Hoy cada uno se muestra como realmente es.
Pero la moral, las leyes...
¿Qué le sorprende? preguntó repentinamente Raskolnikof . Todo esto es la
aplicación de sus teorías.
¿De mis teorías?
Sí, la conclusión lógica de los principios que acaba usted de exponer es que
se puede incluso asesinar.
Un momento, un momento... exclamó Lujine.
No estoy de acuerdo dijo Zosimof.
Raskolnikof estaba pálido y respiraba con dificultad. Su labio superior temblaba
convulsivamente.
Todo tiene su medida dijo Lujine con arrogancia . Una idea económica no ha
sido nunca una incitación al crimen, y suponiendo...
¿Acaso no es cierto le interrumpió Raskolnikof con voz trémula de cólera,
pero llena a la vez de un júbilo hostil que usted dijo a su novia, en el momento
en que acababa de aceptar su petición, que lo que más le complacía de ella
era su pobreza, pues Lo mejor es casarse con una mujer pobre para poder
dominarla y recordarle el bien que se le ha hecho?
Pero... exclamó Lujine, trastornado por la cólera . ¡Oh, qué modo de
desnaturalizar mi pensamiento! Perdóneme, pero puedo asegurarle que las
noticias que han llegado a usted sobre este punto no tienen la menor sombra
de fundamento. Ya sé dónde está el origen del mal... Por Lo menos, Lo
supongo... Se Lo diré francamente. Me pareció que su madre, pese a sus
excelentes prendas, poseía un espíritu un tanto exaltado y propenso a las
novelerías. Sin embargo, estaba muy lejos de creer que pudiera interpretar mis
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