El Atrapasueños
El Atrapasueños
(…)
-¿Y tú quién eres?- Le preguntó Facundo, el cazador de sueños, a
aquel tipo de vestir tan peculiar y pinta andariega, vagabunda, trovadora igual que la guitarra que llevaba puesta sobre la espalda, como
flechas de cacería.
-Yo soy un liberasueños- respondió, sin voltearlo a ver más de dos segundos.
Sacó de no sé dónde, como de su guitarra, una flecha de madera tallada con preciosísimas figuras garigoleadas, sencillas, pero extraordinariamente bellas; la colocó en su arco, que de pronto apareció en su
mano, como si ese hubiese sido su lugar de siempre, y disparó con tino
a algún lugar entre las ramas.
-¿Un liberasueños?- Preguntó Facundo, con el ceño fruncido, ese que
se pone cuando se tiene poca credulidad ante algo.
-Sí. Un liberasueños, como yo, se encarga de liberar, bueno, pues…
los sueños. De hecho, cada vez se necesita más gente para este trabajo,
es muy difícil; los cazadores se volvieron tan hábiles en su trabajo,
que a veces ya ni siquiera se dan cuenta de que han atrapado más
sueños. A veces atrapan más de los que necesitan, a veces los equivo-