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Cartuchos. Ese día desaparecieron por completo: Remington, Colt, Farroute, Smith Wesson, Jocelyn* y todas las demás. Ya no habría más asesinatos; ni muerte; ni dolor; ni odio; ni envidia, —o eso fue lo que pensé — pero olvidaba al corazón humano y a su arma más letal: la lengua. A partir de ahora esa sería la pistola que utilizaría para matar y a las palabras como cartuchos ilimitados: la maldad se hallaba en su corazón. *Leone, S. (Dirección). (1966). El bueno, el malo y el feo [Película]. (11)