Luz negra
que bien podrían tener casi cincuenta años, entonces ambas coÉl y Lazlo habían formado una mienzan a hablarles y a bromear.
dependencia social hacia los Y entonces es cuando Rodolfo se
bares menos concurridos y debe colocar en la sintonía ajena.
llenos de mujeres viudas y solteras. Lazlo lo había convenci- A Rodolfo tampoco se le dificultado explicándole lo fácil que era ba relacionarse, tenía un excelenobtener alcohol y diversión de te trato con la gente, una modermanera casi gratuita. Existían no sentido del humor (con finas
ciertos instantes en los que capas de cinismo) y siempre proRodolfo ya no podía soportar yectaba confianza. Lo que la
mas el atender a fiestas con los gente le aplaudía mas era su
de su edad, el sentía la vejez visión tan ecléctica de la vida.
en su alma y la intolerancia en Pero muy en sus adentros a el le
su corazón. Alguna vez una pi- pesaba todo esto, el tener que
tonisa le dijo que él poseía un subordinar su identidad, para no
espíritu longevo. Aparte tanta atraer la soledad.
lectura lo aisló y le calcó decenas de utopías en su mente. '¡Estás bien loco Lazlo! '- le recalcaba una de las mujeres a su
Rodolfo aguardaba sólo, senta- amigo.
do en un banquillo junto al bar, A Rodolfo le pesaba bastante la
meciendo sus pies a unos cen- manera tan ingenua que tenía esta
tímetros del suelo. Dando pe- mujer de dirigirse a Lazlo, o más
queños sorbos a su whisky con bien, hacia el lado más extroversoda. Entonces llega Lázaro, tido e insensato de Lazlo.
abrazando a un par de mujeres
Rodolfo.
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