Hay sentimientos universales. Nadie escapa de
ellos. Teniendo las mismas sensaciones, nos
acercamos unos a otros sedientos de originalidad, y ciegos de nacimiento ignoramos nuestra ascendencia del
vulgo y la progenie, cortándonos las venas con unos gajos
de naranja, o la inmensa
culpa tras despreciar el
lugar en el que comenzamos la vida agredemos ese vientre
como si pisoteáramos una gran
papaya, y quien
no ha contorneado las hermosas líneas
de una pin up,
ha querido
poseer esa
tersa piel de
durazno para
colocarla en
un cristal y
contemplarle a
todas horas. Es
lo que somos,
una aglomeración
uniforme llena de
sacudidas, vestigios, goces, punzadas
y fruta. Nadie escapa
de ellos.
Nadie
e capa